Internacionalización de la educación y Tecnologías de la Información y la Comunicación. Un vínculo necesario


Internationalization of education and Information and Communications Technology. A necessary link


Héctor Manuel Manzanilla-Granados1

Marco Antonio Dorantes-González2

Martha Rosa Cordero López3


Recibido, 15 de octubre de 2016 - Aceptado, 1 de diciembre de 2016


Resumen

Se presenta una revisión sobre el cada vez más necesario vínculo entre la internacionalización de la educación –superior- y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se resalta el papel de las TIC como una herramienta posibilitadora de inclusión y cohesión, al desaparecer barreras geográficas, todo ello en el marco de la internacionalización de la educación superior. Se concluye que, el entorno mundial y la naturaleza transfronteriza del conocimiento exigen a las naciones impulsar políticas, estrategias y programas más eficientes para la internacionalización de la educación superior; se deben aprovechar las TIC para reforzar los sistemas educativos, la difusión de conocimientos, el acceso a la información, el aprendizaje efectivo y de calidad, y una prestación más eficaz de servicios.

Palabras clave: Internacionalización, educación superior, Políticas internacionales, Tecnologías de la información y la comunicación.




Abstract

A review of the increasingly necessary link between -superior- internationalization of education and information and communications technology (ICT) is presented, the role of ICT as an enabler highlights tool for inclusion and cohesion, geographical barriers disappear, all within the framework of the internationalization of higher education. It concludes that the global environment and cross-border nature of knowledge require nations to promote policies, strategies and more efficient for the internationalization of higher education programs; should use ICT to strengthen education systems, knowledge sharing, access to information, effective learning and quality, and more efficient service delivery.

Keywords: Internationalization, higher education, international policy, information and communications technology.


Políticas mundiales para la internacionalización de la educación superior y TIC

La internacionalización de la educación superior se remonta a los inicios mismos de las primeras universidades en el mundo, por ejemplo, Bolonia y Salamanca. Tanto si ésta es entendida como movilidad académica de estudiantes y docentes, o si la entendemos como programas académicos internacionales. Universidades “internacionales ayer en el ámbito de la Cristiandad con alumnos que peregrinaban de un lugar a otro formando las “naciones” estudiantiles y con profesores que ya al inicio de esta experiencia institucional-cultural conocieron el ius ubique docendi, el derecho de enseñar en cualquier parte del mundo cristiano, ellas prolongan dichas raíces en un mundo secularizado, global y posmoderno” (Brunner, 2008: 122).

Generalmente el término internacionalización se utiliza para referirse a las relaciones entre las naciones, al nuevo impulso que han tomado las relaciones internacionales, el comercio internacional, los tratados y las alianzas entre países. Para la internacionalización las unidades de análisis continúan siendo los estados nacionales (Navarro y Navarrete, 2016). El término “internacionalización” emerge a partir del fenómeno de la globalización4 (también denominada mundialización) y se adjudica al terreno de la economía capitalista o del neocapitalismo con el objetivo de interrelacionarse con otros países, principalmente de mantener interrelaciones con otras economías del mundo con el objetivo de mejorar la propia economía a través del intercambio y desarrollo científico y tecnológico, lo cual demanda una “mejor” formación de científicos y tecnólogos. En este sentido, el término internacionalización se ha recuperado en el terreno educativo, específicamente en el de la educación superior, con el objetivo de formar cada vez mejor a los nuevos profesionistas principalmente por medio del intercambio estudiantil (Navarrete y Malaga, 2014).

En la actualidad, cuando se habla de internacionalización de la educación superior se evoca primordialmente el Proceso de Bolonia, el cual tuvo sus orígenes a mediados de los años 80 en concordancia con la Unión Europea, cuyo objetivo principal fue aumentar la movilidad académica al interior de la región. Sin embargo, hoy en día se resalta el mayor énfasis que se la ha dado a la internacionalización en casa como una corriente paralela a la movilidad académica. Lo anterior no significa que se excluyen totalmente, pero sí existen elementos diferenciadores marcados (Moreno, 2016). La internacionalización de la educación superior se ha acelerado primordialmente por la globalización por lo tanto es necesario adoptar transformaciones necesarias en la educación superior que se adapten a los cambios que se han dado en esta época, la internacionalización representa un campo de correlación disciplinar y promueve el interés de especialistas de distintas profesiones, que aunque pocas veces actúan interdisciplinariamente hacen que ciertas valoraciones ideológicas sean más claras en algunos países que en otros (Didou, 2014).

En la práctica social, la internacionalización de la educación –superior- se propone como un modelo a seguir por todas las universidades que quieran estar a la “vanguardia” del conocimiento. Es decir, como un modelo de identificación que las universidades deberán imitar (Navarrete, 2010). No obstante, la internacionalización de la educación superior se ha entendido de diferentes maneras por los diversos actores participantes en este proceso. Los proyectos de desarrollo internacionales han sido percibidos tradicionalmente como parte de la internacionalización y más recientemente, el incremento del énfasis en el comercio de la educación superior, también está siendo visto como internacionalización. Así, la internacionalización es interpretada y utilizada de forma diferente en los países alrededor del mundo (Knight, 2010).

En algunas ocasiones se confunde la globalización con la internacionalización, cuando realmente se trata de términos referidos a cosas diferentes. El primer término se aplica en argumentos referidos a la creación de un sistema económico mundial a partir de la integración de lo que solían ser las economías nacionales, mediante el libre comercio, el libre flujo de capitales o el libre flujo de corrientes demográficas. Integrar significa conjuntar en un todo con la consiguiente desaparición de las partes. Al hablar de un sistema de gobierno global, se hace referencia implícita al desvanecimiento de los gobiernos nacionales (Navarro y Navarrete, 2016). Consideramos que los términos globalización e internacionalización son complementarios en tanto que la globalización corresponde a las fuerzas económicas, políticas y sociales que empujan la educación superior del siglo XXI hacia una mayor implicación en la escena internacional. Estos factores incluyen la creciente integración de la investigación, el uso del inglés como lingua franca para la comunicación científica y, de algún modo, para la educación superior a nivel mundial, la importancia cada vez mayor de un mercado laboral internacional para los académicos y científicos y, más particularmente, todos los aspectos relacionados con la tecnología de la información. La tecnología de la información facilita la comunicación, permite mejorar el almacenamiento, la selección y la difusión del saber a todos los niveles y vuelve posible la oferta de programas académicos de todo tipo por medio de lo que se ha llamado el aprendizaje mediante redes electrónicas o e-learning (Altbach y Knight, 2006).

Algunos organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), entre otros, han realizado recomendaciones para que todos los países se inserten en “un mundo globalizado” y una de las herramientas que permite el acceso a la globalización son las TIC. Independientemente de los retos que organismos como la UNESCO plantean a la educación superior en el mundo actual, no es fácil asumirlos sin tener en cuenta que la dimensión de la educación superior tiene varios indicadores que nos permiten reconocerla como compleja, multifacética, diversa, cambiante y desafiante. Cada vez más la educación superior, a nivel mundial, tiene que responder a tendencias macro que la están afectando como el movimiento hacia una sociedad y economía del conocimiento; el desarrollo en tecnología informática y comunicaciones; la mayor movilidad de la gente, capital, ideas, conocimiento y tecnología; el mayor énfasis en la economía de mercado; los cambios en la gobernabilidad, desde lo nacional a regional e internacional; la privatización de la educación, así como también la importancia cada vez mayor de un aprendizaje permanente para toda la vida (Castellanos y Luna, 2009).

En tal sentido, por medio de una revisión teórica-documental, daremos cuenta de algunas recomendaciones internacionales y cómo se han resignificado éstas en el ámbito de la educación superior mexicana, específicamente sobre la oferta de educación a distancia que hace uso de las TIC como una herramienta posibilitadora de inclusión y cohesión, al desaparecer barreras geográficas, todo ello en el marco de la internacionalización de la educación superior. Vivimos en un mundo globalizado en el que cada día hacemos más uso de las TIC y por ello algunos teóricos han denominado a esta nueva época como: Aldea global (McLuhan, 1986), Era Tecnotrónica (Zbigniew, 1973), Sociedad Postindustrial (Bell, 2006), Sociedad de la Información (Castell, 2002), Sociedad del Conocimiento (Drucker, 1994), entre otras. De acuerdo con Kofi Annan, todas estas denominaciones tienen en común la idea de que las Tecnologías de la Información y de la Comunicación pueden mejorar la vida de los seres humanos en cualquier lugar del mundo (Annan, 2003). Se disponen de herramientas para llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de instrumentos que harán avanzar la causa de la libertad y la democracia, y de los medios necesarios para propagar los conocimientos y facilitar la comprensión mutua (Paliwala, 2006).

Se ha dicho que la educación continua y de adultos, la formación en “otras disciplinas” y el aprendizaje a lo largo de la vida, la enseñanza a distancia y “otros servicios especiales”, pueden ser una contribución clave para la ocupabilidad y ayudar a las personas a aprovechar las nuevas posibilidades que ofrecen las TIC para los empleos tradicionales, el trabajo por cuenta propia y las nuevas profesiones. En este sentido, la sensibilización y la alfabetización en el ámbito de las TIC son un sustento fundamental (WSIS, 2004). Estamos presenciando los cambios acelerados y transformaciones profundas que enfrenta la sociedad y que repercuten en los procesos educativos. De esta manera, lo global y lo local interactúan para producir una "cultura global", glocal (Robertson, 1992). Las TIC son una herramienta fundamental que viene de la mano con la globalización. Uno de los pivotes de la ideología que exalta el valor clave de la educación superior tiene que ver con la idea de que el capitalismo global funciona hoy, en sus sectores más dinámicos, en torno al uso intensivo y la aplicación innovadora del conocimiento. Para medir el avance de los países hacia esta economía basada en el conocimiento, el Banco Mundial ha diseñado un Índice que evalúa cuatro factores considerados esenciales para la participación de los países en dicha economía: su régimen de incentivos económicos; capacidades de innovación; educación, y la penetración y uso de nuevas tecnologías de información y comunicación (Brunner, 2010).

En la actualidad, nada hace pensar que el ritmo de la evolución tecnológica se vea minimizado, ante tal situación es necesario que todos y cada uno de los miembros imbricados en el terreno educativo, en todas sus modalidades, se apropien de estos cambios, tal como lo señalan organismos internacionales como la UNESCO, la CEPAL, el BID y la OEI. En tal sentido, la UNESCO señala que las TIC pueden contribuir al acceso universal a la educación, la igualdad en la instrucción, el ejercicio de la enseñanza y el aprendizaje de calidad y el desarrollo profesional de los docentes, así como a la gestión dirección y administración más eficientes del sistema educativo, en tal sentido aplica una estrategia amplia e integradora en lo tocante a la promoción de las TIC en la educación. El acceso, la integración y la calidad figuran entre los principales problemas que las TIC pueden abordar. El dispositivo intersectorial de la UNESCO para el aprendizaje potenciado por las TIC aborda estos temas mediante la labor conjunta de sus tres sectores: Comunicación e Información, Educación y Ciencias (UNESCO, 2013).

La red mundial de oficinas, institutos y asociados de la UNESCO facilita a los Estados Miembros los recursos para elaborar políticas, estrategias y actividades relativas al uso de las TIC en la educación. En particular, el Instituto de la UNESCO para la Utilización de las Tecnologías de la Información en la Educación, con sede en Moscú, se especializa en el intercambio de información, la investigación y la capacitación con miras a integrar las TIC en la enseñanza, mientras que la Oficina de la UNESCO en Bangkok mantiene una intensa participación en lo tocante al uso de las TIC en la educación, en la región de Asia y el Pacífico (UNESCO, 2013).

Por otra parte, el BID ha reconocido desde hace mucho la importancia de la ciencia y tecnología y ha hecho contribuciones importantes para fortalecer las capacidades nacionales desde que comenzó a otorgar préstamos en 1962. El BID tiene entre sus objetivos apoyar la función de las instituciones de tecnología en relación con las pequeñas y medianas empresas, que tradicionalmente no han utilizado de manera adecuada estos servicios. Dar apoyo financiero para crear la infraestructura (instalaciones y equipo), formar personal, emprender las actividades iniciales (los gastos operativos iníciales) y proporcionar donaciones de contrapartida para los servicios pagados por las empresas. El nivel de los subsidios dependerá de la función o la actividad (Fonseca, 2001).

La CEPAL desde sus inicios ha considerado la educación como un eslabón que contribuye a conciliar el crecimiento, la equidad y la participación en la sociedad. La educación juega un papel central en el crecimiento de las economías, ya que es una inversión con alta tasa de retorno y es un factor que dinamiza la creación de valor. Individuos más educados aumentan sus capacidades para contribuir más y de modo más diversificado y eficiente al desarrollo productivo de un país. Por otro lado, la educación es uno de los principales campos de reducción de desigualdades a futuro y una de las vías privilegiadas para superar la pobreza. Lo anterior se debe a los círculos virtuosos entre mayor educación, movilidad socio-ocupacional y mejores ingresos. Adicionalmente, en el umbral del siglo XXI marcado por conflictos culturales y debilitamiento de las certezas, la educación se vuelve una herramienta para repensar críticamente la realidad y aportar con proyectos e ideas que promuevan una visión multicultural (CEPAL-OEI, 2010).

Tanto la UNESCO como la CEPAL, han destacado que para alcanzar las metas establecidas es necesario modernizar la gestión de la educación, profesionalizar y dar protagonismo a los educadores, otorgar un papel más relevante a la comunidad educativa local y una acción más estratégica a la administración central. Pero además, es necesario incorporar las TIC al proceso de enseñanza y aprendizaje, orientar el currículo hacia la adquisición de las competencias básicas, formar ciudadanos activos y responsables, asegurar la conexión de la educación con los anhelos de los jóvenes y lograr su participación activa en su propia formación (CEPAL-OEI, 2010).

En este sentido, es indispensable que todos las personas inmiscuidas con la educación (directivos, administrativos, profesores y alumnos) incorporen en su actividad herramientas tecnológicas, principalmente la integración de la computadora y la World Wide Web en los proceso de su competencia o de su cargo (de dirección, organización, gestión, administración, enseñanza, aprendizaje), puesto que la incorporación de estos medios y la adecuada utilización didáctica de los mismos suponen mejoras metodológicas para el desempeño de dichas actividades. Anteriormente se creía que sólo los profesores y alumnos debían hacer uso de las TIC, actualmente se hace necesario el uso por parte de la mayoría de los integrantes de una comunidad educativa, máxime si se trata de una institución de educación superior.

En el siguiente apartado haremos un breve recorrido sobre cómo se ha experimentado el proceso de internacionalización de la educación superior en México enfatizando en las TIC como una herramienta posibilitadora de inclusión y en la acciones implementados en la educación a distancia en el nivel superior.


Internacionalización de la educación superior a distancia en México

Hasta los años sesenta México disponía de pocos acuerdos de colaboración con otros países, en los que se aludían principalmente al “intercambio cultural”. Para los años setenta los esquemas de ayuda internacional y “cooperación para el desarrollo” propiciaron la intensificación del intercambio oficial en algunas áreas de la ciencia y la tecnología. A partir de los años setenta se realizaron actividades internacionales e interinstitucionales en materia de formación de recursos humanos. La internacionalización de la educación superior empieza a ser visible a finales de los años ochenta (Ortega, 1997). Fue en los años noventa cuando las políticas para la internacionalización de la educación superior en México fueron impulsadas en forma deliberada, cuando el gobierno mexicano inició las negociaciones del Tratado de Libre Comercio en América del Norte con Canadá y los Estados Unidos (TLCAN). Sus objetivos fueron erradicar las asimetrías que imperaban entre los sistemas nacionales, así como fomentar la movilidad internacional de los estudiantes y de los académicos (Didou, 2012).

De acuerdo con Amador (2010), en las últimas dos décadas del siglo XX, el Estado mexicano se transformó de un “Estado de bienestar” en un “Estado neoliberal” orientado por las políticas de los organismos mundiales. En este sentido, las políticas gubernamentales se enfocaron a la reestructuración de la educación superior como factor de desarrollo económico, mediante estrategias y acciones de planeación y racionalización del financiamiento de las universidades públicas, el crecimiento de las universidades privadas y la inversión en TIC. El reordenamiento y la evaluación del sistema de educación superior se plantearon como prioridades nacionales, con el propósito adaptarse a las nuevas exigencias del mercado mundial, que se concretaron con la firma del TLCAN. Al iniciar la primera década del siglo XXI se ampliaron las fronteras para la internacionalización de la educación superior y la investigación científica con la firma del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación con la Unión Europea.

Inserto el país en el proceso del TLCAN, se contempla la apertura a las oportunidades para el empleo de profesionistas nacionales y extranjeros, situación que derivará en una fuerte competencia en el mercado laboral calificado, donde el profesionista nacional entra en una lucha desigual o desventajosa, ya que su preparación no es acorde a la demanda del nuevo abanico económico, no descartando que se vean desplazados o sustituidos por los egresados de Harvard, Yale y Chicago, entre otras, o en el peor de los casos ocupando puestos de segundo o tercer nivel. Mientras aquellos que llegan a concretizar algún posgrado en las mencionadas universidades extranjeras, se les desconfían porque pueden venir, directa o indirectamente, con la mentalidad ajena a los intereses de México. En este entorno, se observa que la educación superior en México se trata de apuntalar a través de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), que busca concretizar el proyecto de la movilidad académica para docentes, estudiantes y administradores, además de difundir oportunidades internacionales, capacitación para el personal de intercambio de estudiantes entre universidades, gestiona convenios con organizaciones de educación superior internacionales y gobiernos de otros países; por otro lado y en el mismo sentido trabaja la Asociación Mexicana para la Educación Internacional (AMPEI), además de los convenios de intercambio académico entre universidades nacionales y extranjeras (Berumen, 2003).

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) es una institución pionera en México en ofrecer becas para estudios en el extranjero, permitiendo con ello la movilidad estudiantil tan requerida en el fenómeno de la internacionalización de la educación superior. De acuerdo con Altbach y Knight, (2006) la movilidad académica internacional ha favorecido a sistemas e instituciones educativos ya desarrollados. Hay claras muestras de desigualdad en el mundo en expansión de la educación superior internacional. Las iniciativas suelen ir en el sentido Norte–Sur. La posesión del saber, los productos del saber, la infraestructura de tecnologías de la información y similares están casi exclusivamente en manos de instituciones, corporaciones y grupos de intereses localizados en el Norte. Otras iniciativas y programas fluyen principalmente de Norte a Sur, aunque estamos presenciando una cantidad cada vez mayor de actividades Sur–Sur, sobre todo en Asia y África. Aunque la internacionalización es mucho más que una calle de un solo sentido y no se puede negar que llena vacíos importantes en el tercer mundo, está ampliamente controlada por el Norte. La internacionalización de la educación, al igual que la globalización ha tendido a hacer que se concentren la riqueza, el saber y el poder en manos de quienes ya los poseían.

La movilidad ha sido, en los últimos 15 años, el eje vertebrador de las políticas de internacionalización, en México como en muchos países. Pero existen dudas sobre la racionalidad de las acciones emprendidas, por su índole improvisada, su proliferación y su escala reducida. La primera concierne costos y beneficios. Otras versan sobre características cuantitativas (¿cuál es la demanda por país/área?, ¿cuáles son las tasas de selectividad?) o cualitativas (salida y retorno de los estudiantes mexicanos), frente a la tendencia a aglutinar las cifras, por niveles y modalidades, hasta vaciarlos de significado. Ante la confusión que prevalece, sería indispensable saber, más allá de “números totales” escasamente convincentes y confiables, quiénes son los estudiantes salientes y entrantes, cuáles son sus recursos, sus expectativas y sus trayectorias profesionales. Habría asimismo que diversificar las ofertas de movilidad e impulsar esquemas innovadores de fomento, ampliar sus radios de incidencia y abrirlos a beneficiarios distintos a los tradicionales (Didou, 2012).

Para Didou (2012), en el país, la internacionalización está todavía vinculada con la reproducción (o ampliación controlada) de elites sociales y profesionales. El “simple” criterio de proficiencia lingüística previa en el idioma del país en donde los estudiantes móviles pretenden inscribirse es discriminatorio: dada la pésima calidad del aprendizaje en las escuelas públicas, hablar con fluencia idiomas extranjeros supone pasar por instituciones privadas o peri-escolares (escuelas de idiomas) con cargo al presupuesto familiar. Esas opciones son inaccesibles para la mayoría de los hogares, dada la estructura de ingresos de la población mexicana.

Las principales tendencias de la educación superior en América Latina, y por ende en México, se pueden resumir en: expansión cuantitativa, crecimiento de la privatización, diversificación institucional, restricción del gasto público y diáspora de talentos (UNESCO, 1995). Estas tendencias traen asociados varios problemas, entre los cuales se encuentran: inversión pública reducida; cambios en las políticas de los gobiernos; burocratización; rigidez de las estructuras y relaciones con la empresa y la producción. Ante esta situación son varios los retos que la educación superior en México debe enfrentar. Entre estos últimos se pueden mencionar: la actualización permanente de las competencias de los profesores y de los contenidos educativos; la introducción de redes electrónicas para el aprendizaje; la traducción y la adecuación de los principales aportes de las ciencias; la modificación de la gestión de las instituciones en un sentido menos jerárquico y formal; las políticas públicas ad hoc y propiciar el mutuo enriquecimiento entre distintas modalidades de educación (pública-privada) y entre diferentes instituciones educativas (formal, informal, no formal) (Castellanos y Luna, 2009).

Ante tal panorama, se hizo patente la necesidad de ofertar educación a distancia como una forma de inclusión para los sectores más pobres que no podían tener acceso a la educación presencial. La educación a distancia es una de las alternativas educativas más interesantes y potenciales tanto para los adultos que tienen dificultades de acceso a la educación como para los estudiantes regulares de las universidades (Parra, 2008). La educación a distancia implica la aplicación de nuevas tecnologías al proceso educativo; la formación y actualización docente para los sistemas abiertos. En esta tesitura, la UNESCO, (2008) planteó que para vivir, aprender y trabajar con éxito en una sociedad cada vez más compleja, rica en información y basada en el conocimiento, los estudiantes y los docentes debían utilizar la tecnología digital con eficacia. En un contexto educativo sólido, las TIC pueden ayudar a los estudiantes a adquirir las capacidades necesarias para llegar a ser: competentes para utilizar tecnologías de la información; buscadores, analizadores y evaluadores de información; solucionadores de problemas y tomadores de decisiones; usuarios creativos y eficaces de herramientas de productividad; comunicadores, colaboradores, publicadores y productores; y ciudadanos informados, responsables y capaces de contribuir a la sociedad.

La oferta de educación a distancia por parte de universidades públicas, pero sobre todo privadas, creció de manera rápida en los años noventa y de manera exponencial durante la primera década de siglo XXI. Tales fueron los casos de la implementación de la educación a distancia en casi todas las universidades públicas del país. Conviene señalar que en México, existen 716 Universidades Públicas (9 Universidades Públicas Federales; 34 Universidades Públicas Estatales; 23 Universidades Públicas Estatales con Apoyo Solidario; 132 Institutos Tecnológicos Federales; 104 Universidades Tecnológicas; 50 Universidades Politécnicas; 12 Universidades Interculturales; 6 Centros Públicos de Investigación; 261 Escuelas Normales Públicas y; 85 Otras instituciones públicas) (SEP, 2014). Actualmente, la gran mayoría de éstas ofertan educación a distancia y algunas de estas universidades han creado en su interior Universidades Virtuales. A continuación mencionaremos, a manera de ejemplo, tres casos en donde se implementó la educación a distancia (una universidad, un politécnico y la creación de una universidad abierta y a distancia): la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Abierta y a Distancia de México (UnADM).

En la Universidad Nacional Autónoma de México en 1997, se reorganizó la Estructura Académica, y se estableció la Coordinación de Universidad Abierta y Educación a Distancia (CUAED) que tenía como propósito fundamental dos acciones: 1) reestructurar a la Coordinación para redefinir las funciones de las direcciones y la creación de su Consejo Asesor, así como revisar y actualizar el Estatuto del Sistema Universidad Abierta, los reglamentos y las normas aplicables, y 2) desarrollar la base tecnológica requerida, tanto en equipo como en programas, y desarrollar programas de formación y capacitación del personal de las entidades universitarias, con apoyo técnico, académico y de infraestructura por parte de la CUAED (UNAM, 2013). Si bien es cierto que, la UNAM da paso de manera formal e institucionalizada a la “educación a distancia” en 1997, también es cierto que desde la década del setenta esta universidad ya ofrecía educación abierta por medio del Sistema de Universidad Abierta5. Es decir, en los años setenta se le denominaba “educación abierta” pero ésta implica educación a distancia pues se debe dar un tratamiento al material impreso de tal suerte que el estudiante pueda realizar sus actividades sin la presencia del docente. Ahí ya está la educación a distancia aunque no se le nombre. Lo que sucedió en los noventa es que las tecnologías vinculadas al cómputo y al internet potencializaron de forma extraordinaria nuevas formas de educación a distancia que, incluso, pudiera decirse que desplazaron al significante educación abierta del mapa de las política educativas de finales del siglo XX.

Por otro lado, y de manera más reciente, el Instituto Politécnico Nacional, creó en el año 2007 el Polivirtual, aunque sus primeros pasos para consolidar un modelo educativo distinto al escolarizado datan de 1995. Es resultado de años de impulso a un proyecto de educación a distancia y mixta (asistencia a laboratorios y aulas), que aún enfrenta desafíos. El Polivirtual es una modalidad a distancia o mixta, basada en una plataforma educativa propia (Torres, 2012). Ofrece estudios de bachillerato, licenciatura, posgrado y servicios educativos complementarios en modalidades alternativas, innovadoras y flexibles con apoyo de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Para garantizar la calidad de la atención a estudiantes y usuarios, en el Polivirtual confluyen los esfuerzos y recursos de distintas dependencias politécnicas, a saber: unidades académicas, áreas de coordinación académica, técnica y administrativa (IPN, 2013).

Recientemente fue anunciada la aprobación de creación de la Universidad Abierta y a Distancia de México, como un órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, con autonomía técnica, académica y de gestión (Art.1 DOF, 2012). En su artículo segundo se plantea que la Universidad tendrá por objeto prestar servicios educativos del tipo superior, en la modalidad no escolarizada, que será abierta y a distancia, mediante el uso de las TIC, respaldados en redes de conocimiento, tecnológicas y administrativas, cuyas características serán la flexibilidad, la calidad y la pertinencia y a su vez, deberá procurar, bajo principios de equidad y colaboración, la más amplia cobertura, a fin de que el mayor número de personas pueda cursar los estudios que imparta. La creación de la Universidad Abierta y a Distancia de México es un evento importante para la educación superior en México, aunque desde hace algunos años, la educación abierta y a distancia ya formaba parte de la oferta educativa de algunas universidades mexicanas (DOF, 2012).

Con la implementación de la educación a distancia se intenta por un lado ampliar la cobertura en educación para alcanzar los objetivos dictados por los organismos internacionales, por otro se busca ser más inclusivos y formar en las TIC, tanto a los administrativos, como a los docentes y alumnos y con ello “estar a la vanguardia en educación” (por lo menos en cuanto a herramientas tecnológicas se refiere, aunque muchas veces algunas universidades del país no cuenten con la infraestructura necesaria para impartir educación a distancia). La consigna esta puesta para adecuarse a las nuevas TIC, entrar a la sociedad del conocimiento de manera tangible pero crítica.

Con la formación de profesores en TIC y a la utilización continua y eficaz de las TIC en procesos educativos, los estudiantes tienen la oportunidad de adquirir capacidades importantes en el uso de éstas. El docente es la persona que desempeña el papel más importante en la tarea de ayudar a los estudiantes a adquirir esas capacidades. Además, es el responsable de diseñar tanto oportunidades de aprendizaje como el entorno propicio en el aula que facilite el uso de las TIC por parte de los estudiantes para aprender y comunicar. Por esto, es fundamental que todos los docentes estén preparados para ofrecer esas oportunidades a sus estudiantes (UNESCO, 2008).

Es importante señalar que la educación en la virtualidad, es decir, desde la no-presencia (o presencia en espacios no físicos) y las interacciones (atemporales) en entornos de aprendizaje en Web, no se sitúa necesariamente en ninguna orientación educativa concreta. Al igual que en la presencialidad, existe la convivencia entre orientaciones didácticas diversas, siempre que éstas actúen de forma coherente con las finalidades educativas; de la misma forma sucede en la virtualidad (Sangrá, 2001). Estos entornos de aprendizaje en Web pretenden incorporar nuevos modelos pedagógicos para convertirlos en un campo abierto de conocimientos en donde el docente debe desarrollar funciones de liderazgo al plantear ideas, teorías y métodos colaborativos, a fin de mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje, mientras que el estudiante es el gestor de su propio conocimiento.

La educación superior a distancia en México es una posibilidad real para quienes no pueden tener acceso a la educación en las modalidades presencial y semipresencial. La educación superior a distancia está ofertándose de manera acelerara en las universidades públicas como una manera de atender a la población vulnerable, que no tiene la posibilidad de acceso a la universidad convencional, con ello las universidades aumentan su cobertura a la cada vez mayor demanda de educción pública (gratuita). Con estas acciones las universidades mexicanas han aumentado su matrícula y con ello la cobertura nacional en educación superior. A la población estudiantil en esta modalidad educativa, se les demanda la capacidad de autorregulación y habilidades comunicativas así como de pensamiento lógico; lo cual en muchas de las ocasiones no poseen debido a que estas poblaciones -las vulnerables- se han escolarizado en opciones educativas “pobres” y el contexto social en el que se desenvuelven no ha posibilitado el desarrollo de estas habilidades, lo cual lleva a que muchos estudiantes deserten de sus estudios en los primeros periodos escolares o sus bajos resultados (Manzanilla, 2014).

El crecimientos de las universidades, de la matrícula, de la cobertura nacional y la formación e inversión en TIC, son acciones orientadas por las políticas de los organismos mundiales con tendencia globalizadora, posibilitando vías para la internacionalización de la educación superior. Sin embargo, el panorama de la educación a distancia es complejo y debe ser atendido con cuidado por las instituciones al momento de fijar su atención en una población vulnerable o en rezago educativo. Los cursos propedéuticos y el trabajo de tutoría son buenos ejemplos de cómo se puede remediar esta problemática.


Conclusiones

El entorno mundial y la naturaleza transfronteriza del conocimiento exigen a las naciones, en el futuro inmediato, impulsar políticas, estrategias y programas más eficientes para la internacionalización de la educación superior (Valls, 2015). En México se presta atención al tema, hay antecedentes relevantes, estructuras operativas de apoyo y múltiples procesos en curso. El Programa Sectorial de Educación 2013-2018 establece la necesidad de impulsar la calidad teniendo en cuenta la dimensión internacional. De ahí se desprende la línea de acción 2.3.8 “Apoyar nuevos modelos de cooperación académica para la internacionalización de la educación superior”, que orienta los esfuerzos institucionales para situar la educación superior, la ciencia, la tecnología y la innovación en el concierto internacional (Valls, 2015).

La globalización ha impuesto nuevos retos a la universidad mexicana, específicamente a partir de la firma del TLCAN en los años noventa, se están cambiando las tradicionales formas de cooperación internacional e interuniversitaria. La internacionalización de la educación superior implica nuevas formas de cooperación. Las agencias internacionales han definido ya toda una agenda de cambios para las universidades. Ahora se pretende conformar una universidad que responda fundamentalmente a las demandas expresadas mediante la circulación de recursos y el mercado, es decir, a las demandas de la globalización. Estas demandas según Berumen (2003), llevan implícita la decisión de dar por terminado el modelo de universidad vigente en México, o sea, el de una institución cuya inserción en la sociedad se da a partir de un proyecto social portado por el Estado y retomado a su manera por los trabajadores y estudiantes universitarios.

La formación-preparación en TIC augura, desde los discursos institucionales, una mejor posibilidad de vida, de recortar la brecha digital entre los países más atrasados, además de servir como motor de desarrollo económico y de ascenso en el nivel social. De tal manera que la educación a distancia supone la aplicación de nuevas tecnologías al proceso educativo. En el Foro Mundial sobre la Educación 2015, se estableció como uno de sus acuerdos promover oportunidades de aprendizaje de calidad a lo largo de la vida para todos, en todos los contextos y en todos los niveles educativos, así como a fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación. Se recomendó aprovechar las TIC para reforzar los sistemas educativos, la difusión de conocimientos, el acceso a la información, el aprendizaje efectivo y de calidad, y una prestación más eficaz de servicios (UNESCO, 2015).


Referencias bibliográficas


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1. Doctor en Ciencias. Profesor-investigador de la Escuela Superior de Cómputo del Instituto Politécnico Nacional, sus líneas de investigación son: Termodinámica estadística, Desarrollo de la realidad aumentada en educación, Educación Superior. - hmanzanilla@ipn.mx

2. Maestro en Ciencias de la Computación. Profesor-investigador de la Escuela Superior de Cómputo del Instituto Politécnico Nacional desde 1996. Sus áreas de interés son: Cómputo Móvil, Ingeniería de software, Base de Datos - mdorantesg@ipn.mx

3 Maestra en Ciencias de la Computación. Profesora-investigadora de la Escuela Superior de Cómputo del Instituto Politécnico Nacional desde 1995. Sus áreas de interés son: Ingeniería de software, Cómputo Móvil, base de datos, computo afectivo - mcorderol@ipn.com



4. El fenómeno de la globalización, también denominado mundialización, se produce principalmente a nivel económico, pero también a nivel cultural y social, como producto de una nueva cultura planetaria, propiciada por la ruptura de las barreras geográficas y económicas que supone el uso de la Tecnología de la Información y la Comunicación, y por las políticas socio-económicas impulsadas por los diferentes gobiernos y organismos internacionales (García-Valcárcel, 2009). La globalización en curso reconoce en las universidades a uno de sus principales prototipos. No sólo porque en su origen fue una institución internacional y sus maestros más reputados gozaban de licencia para enseñar hasta los confines de la cristiandad, sino porque en la actualidad su rol, a lo menos en el caso de las denominadas emerging global universities (egu), sería esencial para expandir un capitalismo cuyo dinamismo productivo se alimenta del uso intensivo de la información y el conocimiento avanzado (Brunner, 2010).



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En su origen, el Sistema Universidad Abierta se concibió como parte integral del proyecto de Reforma Universitaria impulsada por el doctor Pablo González Casanova, a inicios de la década de los setenta, como una opción educativa flexible e innovadora en sus metodologías de enseñanza y evaluación de los conocimientos, con criterios de calidad y normados por un Estatuto aprobado por el Consejo Universitario el 25 de febrero de 1972, y por un Reglamento aprobado el 2 de diciembre de 1997, ambos modificados el 27 de marzo de 2009. Con este Sistema flexible, se propició el estudio independiente, y permitió que se eliminaran los obstáculos de horario, lugar, edad, trabajo, etcétera, que impedían que cualquier persona que cubriera los requisitos de ingreso pudiera optar por un título universitario (UNAM, 2013).