Transmisión
familiar de académicos en el exilio. Un caso
Family
transmission of academics in exile. A case
Rosa
Martha Romo Beltrán
Recibido 15 de junio
de 2016
Aprobado 15 de julio
de 2016
Resumen
Objetivo: Analizar
las características que conforman las migraciones políticas,
ya que si bien tienen que ver con la descomposición social y
política del país de origen, permanecen de igual forma
determinantes personales.
Dar cuenta de la
influencia de esta segunda dimensión, haciendo énfasis
en los procesos de transmisión familiar.
Metodología:
Se trabajó con historias de vida y en especial con la
biografía modal, esto es, tomando un caso para analizarlo no
sólo en su particularidad, sino dar cuenta de lo que
manifiesta en el ámbito social. El caso que se presenta
corresponde a una académica exiliada en México en 1976.
Resultados: Si bien
el proceso de transmisión es complejo, y de ninguna forma
lineal y mecánico, se advierte en el caso trabajado la
impronta que abuelos, padres y mi entrevistada han mantenido para la
migración interna o externa, con el objeto de encontrar
mejores condiciones de vida, situación que se complejiza en el
caso del exilio.
Palabras
clave:
exilio, transmisión familiar, migración
Abstract:
Objective:
To analyze the characteristics that make migration policies, they
have to do with social and political decomposition of the country of
origin, but personal determinants remain the same way.
To
account for the influence of this second dimension, emphasizing the
processes of family transmission.
Methodology:
As main tecnhiques were used life stories and especially the modal
biography, that is, taking a case to analyze not only in its
particularity, but account for what manifests in the social sphere.
The presented case corresponds to an academic exile in Mexico in
1976.
Results:
While the transmission process is complex, and no mechanical way, it
is noted in the case worked the imprint grandparents, parents, and my
respondent maintained for internal or external migration, in order to
find better conditions of life, a situation that becomes more complex
in the case of exile.
Keywords:
exile, family transmission, migration.
Introducción
Este
trabajo tiene como referente un proyecto más amplio, en el que
abordo las temporalidades que se sucedieron en la Universidad
Autónoma de Nuevo León (Romo 2013), (Romo, 2015ª),
durante los últimos años de la década de los
sesenta, setenta y ochenta, en los que se gestaron movimientos
académicos interesantes, los cuales reanimaron la vida
académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL),
generando diversos procesos de innovación educativa. En esta
ocasión trabajo el caso de una informante clave: LB,
quien incentivó estas transformaciones curriculares e
institucionales desde el Colegio de Pedagogía. Por ello he
seleccionado el trabajo biográfico para la recuperación
de este caso y pongo énfasis en la vida familiar y los
antecedentes desde dos generaciones previas. Toda vez que evidencian
procesos de transmisión familiar que desde mi hipótesis,
además de las condiciones externas que prevalecían en
el país de origen, predisponen a mi entrevistada a las
migraciones tanto internas como al exilio.
Abordar el tema de
transmisión familiar, nos remite a la noción de
generación, es decir, a aquellos colectivos que cuentan con
marcos interpretativos socialmente compartidos y con una ubicación
en el tiempo y el espacio histórico determinado, cuyos
integrantes además, poseen un pensamiento colectivo. Son estos
los componentes que desde la dimensión cultural, identifican
el concepto de generación (Parra, 2009).
Ahora bien, en el
espacio familiar, la transmisión se caracteriza por la
apropiación de significados compartidos en cohortes
generacionales contiguas, por lo que recordando a Candau (2008), se
genera una transmisión de capital constituido por recuerdos y
olvidos, con tendencias tanto para la emisión como para la
recepción:
Sin embargo, esta
transmisión no será nunca pura o “auténtica”
transfusión de la memoria: ella no se asimila de ningún
modo a un legado de sentido ni a la conservación de una
herencia, ya que para prestarse a las estrategias identitarias debe
jugar el juego complejo de la reproducción y de la invención,
de la restitución y de la reconstrucción, de la
fidelidad y de la tradición, del recuerdo y del olvido
(Candau, 2008: 104).
En
este trabajo de corte biográfico, retomo los datos empíricos
que obtuve a través de entrevistas en profundidad, las cuales
realicé en distintos períodos a una académica
argentina quien se exilió en México en el año de
1976, tras abandonar su país por el inminente golpe de Estado.
Esta inmersión en el trabajo de campo, como ya lo he señalado
en trabajos anteriores (2015b), arrojó un total aproximado de
sesenta horas de entrevista. Mi informante: LB, luego de transitar
por Perú, Bolivia y vivir una corta temporada en la Cd. de
México, es invitada por las nuevas autoridades de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de
Nuevo León, a formar parte de la planta docente, a fin de
realizar el rediseño curricular del Colegio de Pedagogía,
instalando con esto la impronta de la innovaciones en los planes de
estudio. Esta experiencia se extendió a todas las
licenciaturas
que conformaban la Facultad y culminó en 1984 con el diseño
colectivo del Modelo
Académico Alternativo.
El proceso de
transmisión
Hablar de
transmisión es hacer referencia a la recuperación
selectiva del pasado, de aquellos significados socialmente
importantes, los que son rescatados y conservados de una generación
a otra. En este sentido Parra (2009), nos advierte acerca de los
complejos procesos que se generan en la transmisión, toda vez
que es preciso tomar en cuenta que las transmisiones tienen que ver
con el lenguaje y por lo tanto con los significantes que el sujeto
recibe de las generaciones que le preceden:
Este carácter
relacional hace que la transmisión no deba ser vista como un
proceso sencillo ni unilateral; no se trata de un puro asunto de
conservación de una herencia, pues el lenguaje y las
predisposiciones significantes que el sujeto recibe de las
generaciones que le preceden, las usa para sus propios fines. La
transmisión no es nunca pura transfusión de la memoria
(Parra, 2009: 188).
El proceso de
transmisión, lejos de constituirse como una mera reproducción,
se complejiza, a raíz de las resignificaciones que cada sujeto
realiza. Por lo tanto, la transmisión de lo nuevo siempre
tropieza con los logros que cada uno de nosotros privilegia sobre
todo lo demás. Es así como la herencia es modificada
constantemente de acuerdo a las vicisitudes de nuestra vida, como de
nuestros deseos.
La transmisión
(no sólo de la lengua) es tanto lo ofrecido como lo buscado,
lo eventualmente hallado, lo perdido, lo traducido, lo que se pasa,
lo que nos pasa, lo que no ha sido pasado. (Frigerio, 2004: 22)
De aquí que
no es posible considerar el proceso de transmisión como
lineal, mecánico, ni como una mera reproducción, toda
vez que son las diferencias las que inscribimos en lo que
transmitiremos, al respecto Hassoun (1996: 11) cuestiona: “¿Qué
la transmisión recibida y ofrecida como herencia supone el
eterno retorno? [-Y a la vez aclara-] Esa tendencia a “fabricar”
loros o clones no es intrínseca a la transmisión”.
Lejos de ello, es preciso señalar que la transmisión se
logra cuando quien la recibe cuenta con espacios de libertad, los
cuales se constituyen en la base desde la cual el sujeto puede, bien,
abandonar el pasado, o bien, reencontrarlo, es decir representa
siempre un proceso de creación o recreación. De igual
forma, es preciso tener en cuenta que la transmisión da cuenta
tanto del pasado como del presente, representa un proceso de
resignificación constante de nuestra historia en un país,
como en el tejido social y familiar.
La transmisión
representa entonces un proceso de construcción que tiene como
finalidad asegurar la continuidad en la sucesión de
generaciones. En tanto que la recepción, no significa
pasividad, sino un acto de reconocimiento hacia quien realiza la
transmisión:
…si
transmitir una tradición, una historia, se presenta como una
construcción, es en última instancia porque el deseo de
asegurar una continuidad en la sucesión de las generaciones,
se presenta como una necesidad interna (Hassoun, 1996: 139).
Es aquí,
donde considero que el encuadre biográfico con el que he
trabajado este caso, adquiere relevancia.
Abordaje
metodológico
Recupero
una vez más los aportes de Ricoeur (2003),
en
cuanto a rescatar la importancia de la memoria individual, como
también la colectiva, considerando que ambas, si bien cuentan
con una constitución distinta, a la vez es mutua y cruzada.
Si
bien la memoria individual tiene su anclaje en la subjetividad,
cerrada en el yo; a la vez se vincula desde los aportes de la
sociología, a la noción de conciencia colectiva. Lo
anterior nos alerta a no establecer polaridad entre ambas, toda vez
que en el campo de la historia, la memoria cuenta con una triple
atribución: “la memoria a sí; a los próximos
y a los otros”. (Ricoeur, 2003: 172-173).
Siguiendo
en este tenor de ideas, es preciso señalar que Halbwachs
(2004)
atribuye
a la memoria una entidad colectiva, la que vincula al grupo y la
sociedad, y a la que ha nombrado: marcos
sociales de la memoria, concepto
que fue previo al de “memorie
colective”.
En
cuanto al trabajo biográfico, el encuadre que ha realizado
Dosse (2011),
me
ha sido fundamental, tanto por la reconstrucción histórica
en la evolución de este enfoque, como también de
ciertas nociones y conceptos que me han acompañado en el
análisis de datos.
Inicialmente es
importante el señalamiento que realiza acerca del nacimiento
de la biografía moderna, la que surge del relativismo y de
lecturas situadas históricamente, posturas que se enriquecen
con la sociología, el psicoanálisis, la historia
cultural y las ciencias humanas.
Es
en los inicios de la década de 1980 cuando se reivindica la
biografía y se la considera perteneciente al género
histórico, toda vez que su finalidad es la de historizar,
reconstruir los relatos, los cuales fluctúan en función
de periodos. Dosse (2011),
nombra
Edad
Hermenéutica, al
momento en que las ciencias sociales y humanas realizan un giro de
retorno al sujeto, el interés por el individuo; generando la
revalorización de este género biográfico, a la
luz de la caída de los grandes paradigmas.
En el género
biográfico encontramos tensiones entre lo literario y lo
científico. En esta mezcla, en este hibridismo, advertimos
resistencias como connivencias entre la literatura y las ciencias
humanas. En el trabajo biográfico el reto consiste entonces en
encontrar un equilibrio en el que la narración de una vida
encuentre apoyatura científica.
Ahora bien, en
cuanto al trabajo de campo como en el proceso analítico,
resultan fundamentales tanto las fuentes documentales como los
testimonios orales. El biógrafo, requiere cruzar fuentes de
información y cotejarlas con el fin de acercarse a la verdad.
Siguiendo
con Dosse (2011), he recuperado también la noción de
biografía
modal, la
cual ha sido fundamental en mi trabajo analítico, toda vez que
consiste en realizar el análisis, a través de una
figura particular, considerándola como tipo
ideal.
Esto es, tomando en cuenta no sus particularidades sino lo que nos
permite decir acerca de la sociedad, en un sentido general.
Transmisión
familiar. Propensión migración
En el caso
trabajado, es posible advertir la propensión a la migración,
con el objeto de encontrar mejores condiciones de vida, desde tres
generaciones anteriores: inicialmente los abuelos paternos,
originarios de Piamonte, Italia, quienes llegan a finales del Siglo
XIX a la Argentina. Su travesía la realizaron en barco, y los
recuerdos que trasmite mi informante son acerca de las primeras
noches que pasaron al llegar al país de destino, en las cuales
“durmieron en gallineros”. Aparece de igual forma, la
rememoración de que el “abuelo se fue levantando”,
económica y socialmente.
Los abuelos paternos
contrajeron matrimonio aproximadamente entre 1902 – 1903. José
Casarini y Josefa Gualdamanga procrean 11 hijos y el cuarto varón,
llamado también José, fue el padre de mi informante,
quien nació en 1916. Es importante a la vez destacar, como lo
he hecho en trabajos previos, que aún cuando vivieron en la
provincia, en la “Pampa húmeda Argentina”, una de
las regiones agrícolas y ganaderas más productivas del
país; el abuelo envía a sus hijos a estudiar con los
Maristas. De tal forma que el padre de LB, en el año de 1934,
cuenta ya con estudios de bachillerato, domina el francés, en
tanto que en la casa familiar se habla el italiano y el español,
lo cual marca una de las improntas familiares en cuanto a la
valoración de los estudios.
El contexto social
de la Argentina, nos ayuda a la vez a entender la movilidad social
que se generó en ese periodo, como lo documenta Rapoport
(2010: 131):
Factores
estructurales como el asentamiento progresivo de las anteriores
inmigraciones, el impacto de decisiones políticas de fines del
siglo XIX –como la escuela obligatoria-, la posterior
instauración del servicio militar y los efectos de la prédica
nacionalista contribuyeron a la definitiva integración social
de los sectores populares.
Veamos ahora el
genograma de los abuelos paternos:
Cuadro 1. Fuente:
Elaboración propia a partir de la narrativa de mi informante.
La familia paterna
se caracterizó por ser comerciantes en ascenso. En la década
de los treinta, recuerda LB, “contaban con carros del año,
hectáreas de tierra, ganado, casa grande”. Podemos
advertir entonces que existe una consolidación económica
y familiar. Dichas rememoraciones las muestro a continuación:
Cuadro 2. Fuente:
Archivo personal LB
En
mi recuperación de datos ha sido importante el recurso de la
rememoración, para ello, mi informante acudió, además
del relato, a otros medios, como estrategia contra el olvido, tales
como fotos, postales, agendas; que tuvieron como función
servir de apoyos exteriores para la evocación
laboriosa,
considerando a esta última como recuerdo secundario, como
rememoración:
…la propia
rememoración podrá ser retenida según el modo de
lo recién rememorado, representado, re-producido. Es a esta
modalidad del recuerdo secundario a la que pueden aplicarse las
distinciones propuestas entre evocación espontánea y
evocación laboriosa… (Ricoeur, 2003: 56).
La familia
materna
En
los abuelos maternos existe una situación similar en cuanto a
la propensión a la migración. Son argentinos con
ascendencia italiana y aún cuando para LB está más
clara la historia en cuanto a los antecedentes de los abuelos
paternos, desde la línea materna aparece la dimensión
afectiva, en especial de la abuela, como un aspecto relevante.
Advertimos que económicamente no tenían la misma
situación que los paternos, el abuelo Luis era policía
y LB recuerda además, que “se robó a la abuela”.
La abuela Natalina Fava es rememorada con frases como: “Recuerdo
cuando iba a su casa en la calle principal del pueblo y me llevaba a
comprar dulce de leche campero”. “Conservo recuerdos
imborrables”; “Me cargaba a cococho”
Cuadro 3. La abuela
Natalina. Fuente: archivo de LB.
Cuando muere la
abuela Natalina, se genera una fisura grande en la familia, no sólo
en la nuclear. Ella lo refiere como “un desconsuelo familiar”.
Mi informante ya se había ido a estudiar Filosofía a la
Ciudad de Rosario en el año de 1959, sin embargo, a la muerte
de Natalina, que significó ese quiebre importante, la familia
nuclear se reúne de nuevo y se traslada a la Ciudad de
Córdoba.
Genograma
abuelos maternos
Cuadro
4.
Fuente:
elaboración propia a partir de los datos de mi informante.
Este matrimonio
tiene cuatro hijos, el primero Enrique Luis que se fue al ejército,
en tanto que la segunda: Irma Argentina, fue la madre de mi
informante, quien antes de su matrimonio se dedicó a trabajar
como ayudante de sastre, posteriormente esta actividad la desarrolló
en la vida familiar. Aparece de igual forma la presencia del tercer
tío: Luis Enrique, talabartero y “Carlos” a quien
remarco, ya que lo identifica como su “segundo Edipo”. Y
lo recuerda como “el alegre Carlos” trabajó de
joven en la farmacia en Corral de Bustos y en ese lugar se dedicó
también a la gestión social: tales como organizar
grupos de teatro, de poesía. Otro elemento importante, es el
recuerdo de su biblioteca. Acompañó a los padres de LB
y a ella, a todos los lugares en donde estuvieron viviendo en la
Argentina. Se constituyó así la familia nuclear
ampliada con “el alegre Carlos”. Fue una figura relevante
e influyó en su posterior definición profesional, toda
vez que considera que su padre era muy buen proveedor, en tanto que
la riqueza afectiva proviene de su madre: “yo era el sol de mi
mamá”, como del “alegre Carlos”, de igual
forma, de él hereda el interés por lo literario y
cultural. Vemos así que se destaca otra impronta interesante
en el proceso de transmisión familiar, toda vez que en la
decisión de LB por continuar con estudios profesionales y el
gusto por lo literario y cultural, se encuentra la figura del tío
Carlos.
Resultan
interesantes estos testimonios en cuanto a la transmisión,
toda vez que dicho proceso supone la puesta en marcha de un trabajo
de identificación, no en el sentido de una identidad uniforme
entre predecesores y descendientes, sino como discurso a ser
procesado. Ahora bien, es importante tener en cuenta que dentro de
éstos, existe cierta parte que se pierde, una porción
de olvido que es característico de la memoria, y donde la
diferencia se manifiesta. Veamos:
…del mismo
modo que no hay herencia sin que una parte se pierda, no hay
transmisión de cultura […] que no conozca esta pérdida,
esta porción de olvido que comanda la memoria, la modula, y
permite que a partir de la repetición, en su misma
evanescencia, la modernidad, la diferencia, pueda ser recibida
(Hassoun, 1996, 141).
De igual forma,
todos nos encontramos inscritos en el proceso de transmisión,
suscritos en una genealogía, y como sujetos mortales, se
pretende que un mínimo de continuidad quede asegurada. Somos
portadores de un nombre, una historia singular, ubicada en la
historia de un país, una región, una civilización,
somos depositarios y transmisores, somos pasadores.
Volviendo a mi caso,
podemos advertir la propensión a migrar de la familia nuclear,
la que documento en el siguiente genograma:
Cuadro 5. Fuente:
Elaboración propia, a partir de los datos de LB
Los padres se casan
en 1938, en Wellwright, lugar del que el abuelo paterno es cofundador
lo que expresa LB con gran orgullo. Es hija única del
matrimonio entre José Casarini e Irma Argentina Ratto, en
tanto que LB nace en 1940.
Cuadro 6. Fuente:
archivos personales LB
A
continuación presento los lugares donde residieron en sus
repetidas migraciones internas en la Argentina, así como
algunos de los recuerdos que tiene de cada uno de ellos. En
Guatimozin a la edad de 8 años, rememora el comercio de sus
padres: “la tienda San Juan, lugar al que todos van por sus
buenos precios”. Esfera en la que ella tenía ya un
espacio, se encargaba de la venta de papelería, libros y
lápices. Otro recuerdo importante de Guatimozin, es que
cuando llega a México se da cuenta que el nombre del lugar es
de origen mexicano que en náhuatl significa Cuauhtémoc,
con ello se siente “predestinada” a llegar a este país.
Cuadro 7. Fuente:
Elaboración propia a partir de los testimonios de mi
informante.
Viven en Corral de
Bustos una década, desde 1948 a 1958, podemos observar que es
un período más prolongado de permanencia, toda vez que
coincide con la primera formación académica de LB,
desde la primaria hasta obtener el título de profesora de
educación básica, lo que de nuevo nos remite a los
procesos de transmisión familiar, entre los que destaca la
prioridad para los estudios.
Por otro lado, LB
recuerda este lugar por su multiculturalidad: habitaban tanto
italianos, españoles, así como alemanes y participaba
en las celebraciones de las naciones de origen de cada uno de estos
grupos. Una figura importante en el pueblo era el ferrocarril. Las
chicas iban a las 18:30 a la estación porque en el tren
llegaban los comisionistas e iban a conocer la mercancía, la
nueva moda, pero era también la oportunidad de tener novio –de
“hacerse de un novio comisionista”-.
Al terminar su
formación en la Escuela Normal, se va a la Ciudad de Rosario
para ingresar a la universidad, junto con su amiga Alcira, al tiempo
que destaca que son las únicas mujeres de su generación
que salen del pueblo a estudiar a la Universidad. No era común
que las mujeres estudiaran. Expresa la gran confianza que los padres
depositaron tanto en ella como en el estudio. Por lo que la apoyan y
facilitan el traslado, los padres como “el alegre Carlos”.
Rememora además que en esas decisiones le “ayudó
la herencia, los libros, su niñez”, lo que nos remite
nuevamente a la transmisión familiar.
En este sentido,
concuerdo con Hassoun (1996), en cuanto que en el proceso de
transmisión todos nos encontramos inscritos en una genealogía
como sujetos mortales y por ello la necesidad de que un mínimo
de continuidad sea asegurada. Aún cuando la herencia se vea
constantemente modificada de acuerdo a las vicisitudes de cada una de
las vidas, los exilios, los deseos.
Lo que me resulta
apasionante en la aventura propia de la transmisión, es
precisamente que somos diferentes de quienes nos precedieron y que
nuestros descendientes es probable que sigan un camino sensiblemente
diferente del nuestro… Y sin embargo… es allí,
en esta serie de diferencias, en donde inscribimos aquello que
transmitiremos (Hassoun, 1996: 113).
Recuperando de nuevo
los recuerdos, deseos y migraciones de LB, resalta que en 1958 inicia
en la Ciudad de Rosario la carrera de Filosofía pero con la
muerte de la abuela Natalina, se reconfigura de nuevo la familia
nuclear con el tío Carlos y se trasladan a la Ciudad de
Córdoba.
Córdoba
representó para ella un lugar idealizado, conserva muy buenos
recuerdos desde la niñez, ya que era el lugar al que iban a
pasar las vacaciones. “El alegre Carlos” la acompaña
en su traslado a Córdoba y los padres se quedan levantando la
casa de Corral de Bustos, vendiendo tierras, comercio y demás,
ya que la tradición dictaba que eran los hijos varones quienes
heredaban este tipo de bienes.
En estas
migraciones, podemos advertir que se inicia una relación entre
el exilio y la muerte, es decir, se va de Rosario después de
la muerte de la abuela Natalina y como veremos, en los siguientes
exilios, permanece esa sensación de pérdida, de muerte,
en cada desplazamiento que realiza. De aquí que la forma en
que tramita el exilio aparece como una muerte permanente.
Su llegada en 1959 a
la Ciudad de Córdoba la describe como el haber “encontrado
mi Nueva York”. Es el lugar en el que inicia y concluye la
carrera de Pedagogía y Psicopedagogía y donde tiene sus
primeras experiencias y desarrollo profesional. Expresa su gran
satisfacción: todo le produce “felicidad”:
“Felicidad en Córdoba”. “Felicidad por la
Pedagogía”, “por la actuación” toda
vez que participó en un grupo de teatro, lo que rememora como
una de sus mejores experiencias. En esta ciudad encuentra “una
vida totalmente cosmopolita”, “una rica vida
universitaria en la que aparecen figuras como el Ché Guevara,
Castro en Cuba”. “Conviví con distintas
culturas”; “me integré a toda una cultura de
politización”, “se encontraban en efervescencia
los movimientos obreros”.
Retomando la rememoración
de LB, confirma: “En Córdoba teníamos una
serie de acuerdos, compromisos y participación política”.
En su caso fue representante en la Facultad de Filosofía y
Humanidades del gremio universitario; por lo que tenía una
responsabilidad política importante. De igual forma señala
que “vivieron y convivieron momentos muy negros”.
Recuerda el cierre de las universidades a raíz del Cordobazo,
como el nuevo y definitivo cierre en 1975, cuando ella y una gran
cantidad de profesores universitarios que tenían alguna
colaboración política quedan desempleados en forma
definitiva. Es aquí donde inicia el proceso de migración
externa, exilio o autoexilio como ella lo nombra.
Cuadro 8. Fuente: Elaboración propia, a partir de
los datos de LB
Migración
política - exilio - autoexilio
Las pérdidas
que en situaciones de exilio se generan en los países
expulsores son evidentes: se presentan como una sangría de
capital humano, toda vez que de los países exportadores se
huye por razones políticas, económicas, sociales.
La Argentina vivió
desde 1976 hasta 1983 bajo la dominación de una dictadura
militar feroz. Uno de los significantes sobre el cual se conjuga el
pánico, el horror, el terror y la fractura social es el
“desaparecido”. Pero los “desaparecidos” son
ante todo personas de carne, de pensamiento y de historia (Puget,
1983: 9).
De igual forma,
Yankelevich señala:
Desde una
perspectiva política y demográfica, la represión
dictatorial constituye un fenómeno claramente diferenciado de
otras experiencias emigratorias fundada en motivos de represión
política o de ausencia de horizontes laborales. En este
sentido, la escalada represiva durante los casi 21 meses de gobierno
de María Estela Martínez (Isabel Perón), y
especialmente después del golpe militar de marzo 1976, aceleró
un fenómeno emigratorio que claramente aparece asociado a un
escenario de persecución y crímenes de carácter
político (Yankelevich, 2010: 23)
En casos como el que
describo, se trata de generaciones calificadas, ya que el exilio
argentino estuvo integrado por un alto porcentaje de profesionistas,
intelectuales, artistas y personas con educación de nivel
medio o superior, quienes abandonaron el país de origen.
Veamos cómo
representa Yankelevich (2010) –especialista en el estudio de
exiliados argentinos en México- el cambio de capital académico
de quienes llegaron a nuestro país antes y luego del exilio:
Cuadro 9. Fuente:
Yankelevich (2010, 33)
Es posible apreciar
el porcentaje en el que se incrementó casi el 100% el ingreso
de migrantes políticos en México durante la década
de 1974-1983, en comparación con la década anterior. Si
bien en la primera estaba constituida por un 27%, hacia 1974 aumenta
al 40%. Esto nos explica también la posibilidad que tuvieron
la gran mayoría de estos migrantes políticos por
colocarse tanto en distintas universidades, instituciones de cultura,
artísticas, como lo veremos a continuación.
México
a raíz de la política de apertura exterior que instaló
el gobierno federal, acompañada de un vínculo más
cercano con universidades públicas y sus intelectuales,
permite el encuentro de estas culturas: “Argen-Mex”, pero
además porque los migrantes políticos se incorporaban
con un capital académico y experiencia política que
favorecía el clima de innovación que estaban viviendo
la universidades públicas en México, lo que favoreció
la concreción de distintos proyectos educativos e
institucionales que se gestaban. A más de que con la apertura
de nuevas universidades, se requería un mayor número de
profesionistas con preparación y experiencia, para atender la
creciente demanda estudiantil. Es el momento en el que además,
recordando a Landesmann y García Salord (1996), surge un
nuevo profesional en México: el académico
universitario, quien a diferencia de los catedráticos, vive de
la academia y se caracteriza por la pertenencia institucional: El
punto en común es su pertenencia a las instituciones
educativas y su inscripción en las funciones de producción
y transmisión del conocimiento y la cultura”
(Landesmann, et
al
1996: 158).
Cuadro 10. Fuente:
Yankelevich (2010, 37)
En esta gráfica
es posible apreciar la ubicación de los argentinos en México
por institución en educación superior: Tenemos así
que en la Universidad Nacional Autónoma de México, se
concentra el 33%; en la Universidad Autónoma Metropolitana el
11%; en tanto que en la Universidad Autónoma de Puebla y el
Instituto Politécnico Nacional, se centraliza un 6%. En el
Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Universidad
Pedagógica Nacional y el Colegio de México se ubica un
3%. Y en “otras” instituciones de educación
superior se agrupa el 35%.
Población
argentina en México, 1960-1990
Año
|
Argentinos
|
Crecimiento (%)
|
1960
|
2456
|
-
|
1970
|
1585
|
-35
|
1980
|
5503
|
347
|
1990
|
4635
|
-16
|
Cuadro 11. Fuente:
Censos generales de población, en Yankelevich (2010, 27)
En este cuadro
podemos apreciar que si bien durante la década de 1960 a 1970,
se da un decrecimiento de argentinos en nuestro país que
alcanza el 35%, para 1980 aumenta al 347%. Para luego retroceder en
1990, una vez que se ha reinstaurado la democracia en la Argentina.
Yankelevich (2010: 26), nos lo señala, agregando datos
interesantes:
México fue
uno de los principales lugares de residencia del exilio argentino en
América Latina. Con anterioridad al golpe de Estado, la
comunidad argentina era muy pequeña, tanto si se la compara
con los volúmenes totales de residentes extranjeros en México.
Sin embargo, las cifras que arrojan los censos muestran un incremento
significativo en la década de los setenta. Entre 1970 y 1980
la cantidad de argentinos creció en casi 350%, en un país
donde, además, la participación de extranjeros en el
total de la población es muy reducida.
Estos datos me
remiten de nuevo a la dimensión subjetiva, ya que si bien, el
capital cultural, académico y político con el que
llegan estos intelectuales y académicos les permite ubicarse
y consolidar espacios en muchos casos de liderazgo político y
académico, como el que estudio, entonces la pregunta que
subyace tiene que ver con la forma en que se tramita el exilio.
Si bien es
considerado por los especialistas como un pasaje que preludia el
regreso, de igual forma representa una experiencia definitiva, en la
que no existe posibilidad de retorno, por lo que se conforma un
proceso que representa “el no estar en ninguna parte”,
“no ser de ninguna parte”. Esto resulta muy claro en mi
informante, a través de expresiones como: “No me he
hecho mexicana… Quizá aquí tengo mejores amigos
que los que pude tener allá, y pienso: ¿y qué
tal si me voy?” [Dudando en que si habrá alguien que la
reciba]. Cuenta ahora con 75 años y reconoce que ya ha habido
un corte con su lugar de origen, afirma tener la certeza de que si
regresa no será el mismo lugar del que salió. Duda
incluso, de que alguien la pueda recibir. Se encuentra en forma
permanente en un lugar de duda, con expresiones tales como: “No
me he hecho mexicana pero si me voy allá, quizá tampoco
me reciba nadie”.
Al
respecto, resultan apropiadas las reflexiones que entre otros
investigadores, Guinsberg (2005); Nancy (2001), han señalado:
“el exilio representa estar fuera de”; “haber
salido de”; “ser arrancado”. En tanto que LB
expresa: “Aunque yo sé que Argentina no me esperaría
con los brazos abiertos, a lo mejor no, pero yo me arranqué de
allá…” Aquí volvemos a advertir el
sentimiento de no
ser, no estar, no pertenecer a ningún sitio.
“…se
vive una sensación de fragilidad, de ruptura” tratándose
de una situación extrema, de la cual es imposible escapar,
teñida de una gran angustia sobre la cual no se tiene ningún
control; es probablemente una experiencia que marca, quizás
definitivamente a quienes la han vivido
(Guinsberg,
2005: 167).
En tanto que Nancy
(2001: 23), opina que estos procesos significan “no es estar al
interior de uno mismo, sino es ser en sí mismo un exilio”.
Al respecto LB señala: “Bueno, yo estoy bien aquí,
aunque yo no me hice mexicana… Estoy aquí, pero no
estoy descolocada…”. Se coloca de nuevo en la duda, la
nostalgia por aquello que ha perdido, que sabe que no se va a
recuperar, veamos:
LB: Pero salgo (de
mi país) porque teníamos miedo… Tengo en
Argentina una amiga… pero nada más…!!!
[Indicando la imposibilidad del retorno].
Mi informante se
reconoce atrapada en esta disyuntiva, viviendo además otra
pérdida, una muerte simbólica más: la
profesional, a raíz de su jubilación definitiva de la
Facultad. Veamos:
LB: El hecho de ya
no estar en la universidad, ahora que se terminó, mi
expectativa es mi casa… entonces vuelve… [la nostalgia
por su país]. No estoy alejada de la Pedagogía, pero no
estoy tan metida… [Lo evoca como otra pérdida].
Formalmente se
había separado de la Facultad en el 2012 pero por acuerdos con
la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras
(FFyL), seguía trabajando como asesora en formación de
maestros e incluso daba alguna clase. En este momento se ha retirado
totalmente.
De nuevo, podemos
constatar, como lo hace Rosales que:
La emigración
provoca un desarraigo que sólo compensa la esperanza de nuevas
oportunidades. Y lo hace, sin embargo, a largo plazo y raramente
sobre quienes llevan el peso de esa búsqueda inicial. Las
primeras generaciones viven escindidas entre el mundo que tienen que
dejar y el que empiezan a construir. Más que tener en un
sentido consolidado, sobrellevan una doble identidad, la que
mantienen como reafirmación del pasado, como seguridad frente
a lo desconocido, y la que todavía sólo imaginan como
promesa (Rosales, 2007: 6).
Transmisión
familiar y existencia exiliada
Con el fin de ir
cerrando el trabajo, me centraré en estos dos ejes, toda vez
que –aunados al trabajo biográfico- han sido el hilo
conductor de mi análisis. Mi interés se centró
en explorar los mecanismos de transmisión familiar y herencia,
que predisponen el proceso de migración tanto nacional como
internacional, con el objeto de lograr una mejor condición de
vida y en situaciones más críticas, como lo es el
exilio, lo que nos anticipa los procesos de desgarro, de tensión,
entre la transmisión y el deseo del sujeto por situar el
espacio de su verdad en la vida y la existencia, ya que de acuerdo
con Hassoun:
…transmitir
equivaldría tal vez a tener en cuenta que jamás
evitaremos a nuestros descendientes el hecho de que su camino esté
sembrado de obstáculos cuando intenten conciliar la historia
pasada con lo actual de su deseo subjetivo (Hassoun, 1996, 113).
De
igual forma, hemos constatado que la migración interna y la
internacional no son interdependientes una de la otra, sino que
conservan una influencia recíproca muy fuerte: “Efectivamente,
en el análisis de las motivaciones, los hallazgos parecen
poderse aplicar por igual tanto en el plano regional como
intrarregional, nacional o internacional” (Herrera, 59).
Las causas
psicosociales que las migraciones y exilios producen, requieren ser
revisadas desde una perspectiva transdisciplinar (Guinsberg, 2005),
como una síntesis de múltiples determinaciones, tales
como la complejidad en las transmisiones generacionales; los factores
estructurales que originan desplazamientos a raíz de la
violencia de Estado, sin olvidar la dimensión subjetiva,
aquella que nos permite conocer la forma en que cada sujeto tramita
estos procesos.
Esta última
nos ha permitido advertir que la figura del exiliado, representa una
categoría moldeada por la subjetividad, la ambigüedad, la
contradicción, por lo que resulta importante tomar en cuenta
tanto las dimensiones psicosociales como las sociológicas.
Se
trata de llegar al corazón de las experiencias y las vivencias
únicas e irrepetibles, de recuperar los sentimientos, las
esperanzas, las desilusiones, los alientos y las formas diversas de
reconstrucción de las vidas […] Aspectos síquicos
y culturales son inseparables, tanto en perspectivas sociales y
antropológicas como en el marco teórico sicoanalítico
(Guinsberg,
2005: 162 - 166).
En el caso trabajado, aparece tanto el deseo de vivir el
exilio como pasaje
que preludia y prepara el regreso, en contraste
con la realidad, en la que la experiencia del exilio ha sido
definitiva y sin retorno.
En
cuanto a la transmisión, hemos advertido que no es posible
considerarla como lineal o mecánica, lejos de ello, “abordar
la transmisión
implica
imaginar un particular rompecabezas” (Frigerio, 2004: 11), lo
que significa admitir que existe aquello que no se transmite, o bien,
aquello que se transforma en la transmisión, aquello que en la
transmisión pasa y queda intacto, como a la vez lo que se
pierde. Esta figura del rompecabezas representaría la
fragmentación característica de la transmisión,
tanto en lo que se transmite, como en la forma en que el otro lo
resignifica y por lo tanto le permite hacerlo propio. Adquiere así
la forma de un registro simbólico en el que el imaginario está
presente, es por ello que no es posible considerar la transmisión
como mera transfusión,
recordando a Candau (2008).
En
los procesos de transferencia, lo que se deposita en el otro o en la
relación con el otro, tanto en términos de
representaciones como de afectos, se vuelven algo fundante de lo
humano (Frigerio, 2004: 16).
Resulta interesante la recuperación de la novela
familiar
y la forma en que la resignifica LB, toda vez que en ese mundo
interno que relata, los antepasados están presentes: dialogan,
discuten, disputan o bien, ella se identifica con los referentes y
lugares que tuvieron a su cargo. Aparecen así con distintos
significantes las figuras de los abuelos paternos, maternos, los
padres, “el alegre Carlos”, el lugar en que coloca a cada
uno de ellos y a la vez dónde se coloca ella con respecto a
aquellos. Se agregan a la conversación algunas otras figuras,
movimientos, grupos, experiencias políticas contemporáneos
a mi informante, como todos esos otros a través de los cuales
se ha constituido como persona.
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