Transmisión familiar de académicos en el exilio. Un caso

Family transmission of academics in exile. A case


Rosa Martha Romo Beltrán1

Recibido 15 de junio de 2016

Aprobado 15 de julio de 2016

Resumen

Objetivo: Analizar las características que conforman las migraciones políticas, ya que si bien tienen que ver con la descomposición social y política del país de origen, permanecen de igual forma determinantes personales.
Dar cuenta de la influencia de esta segunda dimensión, haciendo énfasis en los procesos de transmisión familiar.
Metodología: Se trabajó con historias de vida y en especial con la biografía modal, esto es, tomando un caso para analizarlo no sólo en su particularidad, sino dar cuenta de lo que manifiesta en el ámbito social. El caso que se presenta corresponde a una académica exiliada en México en 1976.
Resultados: Si bien el proceso de transmisión es complejo, y de ninguna forma lineal y mecánico, se advierte en el caso trabajado la impronta que abuelos, padres y mi entrevistada han mantenido para la migración interna o externa, con el objeto de encontrar mejores condiciones de vida, situación que se complejiza en el caso del exilio.
Palabras clave: exilio, transmisión familiar, migración
Abstract:
Objective: To analyze the characteristics that make migration policies, they have to do with social and political decomposition of the country of origin, but personal determinants remain the same way.
To account for the influence of this second dimension, emphasizing the processes of family transmission.
Methodology: As main tecnhiques were used life stories and especially the modal biography, that is, taking a case to analyze not only in its particularity, but account for what manifests in the social sphere. The presented case corresponds to an academic exile in Mexico in 1976.
Results: While the transmission process is complex, and no mechanical way, it is noted in the case worked the imprint grandparents, parents, and my respondent maintained for internal or external migration, in order to find better conditions of life, a situation that becomes more complex in the case of exile.
Keywords: exile, family transmission, migration.

Introducción
Este trabajo tiene como referente un proyecto más amplio, en el que abordo las temporalidades que se sucedieron en la Universidad Autónoma de Nuevo León (Romo 2013), (Romo, 2015ª), durante los últimos años de la década de los sesenta, setenta y ochenta, en los que se gestaron movimientos académicos interesantes, los cuales reanimaron la vida académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), generando diversos procesos de innovación educativa. En esta ocasión trabajo el caso de una informante clave: LB, quien incentivó estas transformaciones curriculares e institucionales desde el Colegio de Pedagogía. Por ello he seleccionado el trabajo biográfico para la recuperación de este caso y pongo énfasis en la vida familiar y los antecedentes desde dos generaciones previas. Toda vez que evidencian procesos de transmisión familiar que desde mi hipótesis, además de las condiciones externas que prevalecían en el país de origen, predisponen a mi entrevistada a las migraciones tanto internas como al exilio.
Abordar el tema de transmisión familiar, nos remite a la noción de generación, es decir, a aquellos colectivos que cuentan con marcos interpretativos socialmente compartidos y con una ubicación en el tiempo y el espacio histórico determinado, cuyos integrantes además, poseen un pensamiento colectivo. Son estos los componentes que desde la dimensión cultural, identifican el concepto de generación (Parra, 2009).
Ahora bien, en el espacio familiar, la transmisión se caracteriza por la apropiación de significados compartidos en cohortes generacionales contiguas, por lo que recordando a Candau (2008), se genera una transmisión de capital constituido por recuerdos y olvidos, con tendencias tanto para la emisión como para la recepción:
Sin embargo, esta transmisión no será nunca pura o “auténtica” transfusión de la memoria: ella no se asimila de ningún modo a un legado de sentido ni a la conservación de una herencia, ya que para prestarse a las estrategias identitarias debe jugar el juego complejo de la reproducción y de la invención, de la restitución y de la reconstrucción, de la fidelidad y de la tradición, del recuerdo y del olvido (Candau, 2008: 104).
En este trabajo de corte biográfico, retomo los datos empíricos que obtuve a través de entrevistas en profundidad, las cuales realicé en distintos períodos a una académica argentina quien se exilió en México en el año de 1976, tras abandonar su país por el inminente golpe de Estado. Esta inmersión en el trabajo de campo, como ya lo he señalado en trabajos anteriores (2015b), arrojó un total aproximado de sesenta horas de entrevista. Mi informante: LB, luego de transitar por Perú, Bolivia y vivir una corta temporada en la Cd. de México, es invitada por las nuevas autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, a formar parte de la planta docente, a fin de realizar el rediseño curricular del Colegio de Pedagogía, instalando con esto la impronta de la innovaciones en los planes de estudio. Esta experiencia se extendió a todas las licenciaturas que conformaban la Facultad y culminó en 1984 con el diseño colectivo del Modelo Académico Alternativo2.
El proceso de transmisión
Hablar de transmisión es hacer referencia a la recuperación selectiva del pasado, de aquellos significados socialmente importantes, los que son rescatados y conservados de una generación a otra. En este sentido Parra (2009), nos advierte acerca de los complejos procesos que se generan en la transmisión, toda vez que es preciso tomar en cuenta que las transmisiones tienen que ver con el lenguaje y por lo tanto con los significantes que el sujeto recibe de las generaciones que le preceden:
Este carácter relacional hace que la transmisión no deba ser vista como un proceso sencillo ni unilateral; no se trata de un puro asunto de conservación de una herencia, pues el lenguaje y las predisposiciones significantes que el sujeto recibe de las generaciones que le preceden, las usa para sus propios fines. La transmisión no es nunca pura transfusión de la memoria (Parra, 2009: 188).
El proceso de transmisión, lejos de constituirse como una mera reproducción, se complejiza, a raíz de las resignificaciones que cada sujeto realiza. Por lo tanto, la transmisión de lo nuevo siempre tropieza con los logros que cada uno de nosotros privilegia sobre todo lo demás. Es así como la herencia es modificada constantemente de acuerdo a las vicisitudes de nuestra vida, como de nuestros deseos.
La transmisión (no sólo de la lengua) es tanto lo ofrecido como lo buscado, lo eventualmente hallado, lo perdido, lo traducido, lo que se pasa, lo que nos pasa, lo que no ha sido pasado. (Frigerio, 2004: 22)
De aquí que no es posible considerar el proceso de transmisión como lineal, mecánico, ni como una mera reproducción, toda vez que son las diferencias las que inscribimos en lo que transmitiremos, al respecto Hassoun (1996: 11) cuestiona: “¿Qué la transmisión recibida y ofrecida como herencia supone el eterno retorno? [-Y a la vez aclara-] Esa tendencia a “fabricar” loros o clones no es intrínseca a la transmisión”. Lejos de ello, es preciso señalar que la transmisión se logra cuando quien la recibe cuenta con espacios de libertad, los cuales se constituyen en la base desde la cual el sujeto puede, bien, abandonar el pasado, o bien, reencontrarlo, es decir representa siempre un proceso de creación o recreación. De igual forma, es preciso tener en cuenta que la transmisión da cuenta tanto del pasado como del presente, representa un proceso de resignificación constante de nuestra historia en un país, como en el tejido social y familiar.
La transmisión representa entonces un proceso de construcción que tiene como finalidad asegurar la continuidad en la sucesión de generaciones. En tanto que la recepción, no significa pasividad, sino un acto de reconocimiento hacia quien realiza la transmisión:
si transmitir una tradición, una historia, se presenta como una construcción, es en última instancia porque el deseo de asegurar una continuidad en la sucesión de las generaciones, se presenta como una necesidad interna (Hassoun, 1996: 139).
Es aquí, donde considero que el encuadre biográfico con el que he trabajado este caso, adquiere relevancia.
Abordaje metodológico
Recupero una vez más los aportes de Ricoeur (2003), en cuanto a rescatar la importancia de la memoria individual, como también la colectiva, considerando que ambas, si bien cuentan con una constitución distinta, a la vez es mutua y cruzada. Si bien la memoria individual tiene su anclaje en la subjetividad, cerrada en el yo; a la vez se vincula desde los aportes de la sociología, a la noción de conciencia colectiva. Lo anterior nos alerta a no establecer polaridad entre ambas, toda vez que en el campo de la historia, la memoria cuenta con una triple atribución: “la memoria a sí; a los próximos y a los otros”. (Ricoeur, 2003: 172-173).
Siguiendo en este tenor de ideas, es preciso señalar que Halbwachs (2004) atribuye a la memoria una entidad colectiva, la que vincula al grupo y la sociedad, y a la que ha nombrado: marcos sociales de la memoria, concepto que fue previo al de “memorie colective”.
En cuanto al trabajo biográfico, el encuadre que ha realizado Dosse (2011), me ha sido fundamental, tanto por la reconstrucción histórica en la evolución de este enfoque, como también de ciertas nociones y conceptos que me han acompañado en el análisis de datos.
Inicialmente es importante el señalamiento que realiza acerca del nacimiento de la biografía moderna, la que surge del relativismo y de lecturas situadas históricamente, posturas que se enriquecen con la sociología, el psicoanálisis, la historia cultural y las ciencias humanas.
Es en los inicios de la década de 1980 cuando se reivindica la biografía y se la considera perteneciente al género histórico, toda vez que su finalidad es la de historizar, reconstruir los relatos, los cuales fluctúan en función de periodos. Dosse (2011), nombra Edad Hermenéutica, al momento en que las ciencias sociales y humanas realizan un giro de retorno al sujeto, el interés por el individuo; generando la revalorización de este género biográfico, a la luz de la caída de los grandes paradigmas.
En el género biográfico encontramos tensiones entre lo literario y lo científico. En esta mezcla, en este hibridismo, advertimos resistencias como connivencias entre la literatura y las ciencias humanas. En el trabajo biográfico el reto consiste entonces en encontrar un equilibrio en el que la narración de una vida encuentre apoyatura científica.
Ahora bien, en cuanto al trabajo de campo como en el proceso analítico, resultan fundamentales tanto las fuentes documentales como los testimonios orales. El biógrafo, requiere cruzar fuentes de información y cotejarlas con el fin de acercarse a la verdad.
Siguiendo con Dosse (2011), he recuperado también la noción de biografía modal, la cual ha sido fundamental en mi trabajo analítico, toda vez que consiste en realizar el análisis, a través de una figura particular, considerándola como tipo ideal. Esto es, tomando en cuenta no sus particularidades sino lo que nos permite decir acerca de la sociedad, en un sentido general.
Transmisión familiar. Propensión migración
En el caso trabajado, es posible advertir la propensión a la migración, con el objeto de encontrar mejores condiciones de vida, desde tres generaciones anteriores: inicialmente los abuelos paternos, originarios de Piamonte, Italia, quienes llegan a finales del Siglo XIX a la Argentina. Su travesía la realizaron en barco, y los recuerdos que trasmite mi informante son acerca de las primeras noches que pasaron al llegar al país de destino, en las cuales “durmieron en gallineros”. Aparece de igual forma, la rememoración de que el “abuelo se fue levantando”, económica y socialmente.
Los abuelos paternos contrajeron matrimonio aproximadamente entre 1902 – 1903. José Casarini y Josefa Gualdamanga procrean 11 hijos y el cuarto varón, llamado también José, fue el padre de mi informante, quien nació en 1916. Es importante a la vez destacar, como lo he hecho en trabajos previos, que aún cuando vivieron en la provincia, en la “Pampa húmeda Argentina”, una de las regiones agrícolas y ganaderas más productivas del país; el abuelo envía a sus hijos a estudiar con los Maristas. De tal forma que el padre de LB, en el año de 1934, cuenta ya con estudios de bachillerato, domina el francés, en tanto que en la casa familiar se habla el italiano y el español, lo cual marca una de las improntas familiares en cuanto a la valoración de los estudios.
El contexto social de la Argentina, nos ayuda a la vez a entender la movilidad social que se generó en ese periodo, como lo documenta Rapoport (2010: 131):
Factores estructurales como el asentamiento progresivo de las anteriores inmigraciones, el impacto de decisiones políticas de fines del siglo XIX –como la escuela obligatoria-, la posterior instauración del servicio militar y los efectos de la prédica nacionalista contribuyeron a la definitiva integración social de los sectores populares.
Veamos ahora el genograma de los abuelos paternos:

Cuadro 1. Fuente: Elaboración propia a partir de la narrativa de mi informante.
La familia paterna se caracterizó por ser comerciantes en ascenso. En la década de los treinta, recuerda LB, “contaban con carros del año, hectáreas de tierra, ganado, casa grande”. Podemos advertir entonces que existe una consolidación económica y familiar. Dichas rememoraciones las muestro a continuación:


Cuadro 2. Fuente: Archivo personal LB
En mi recuperación de datos ha sido importante el recurso de la rememoración, para ello, mi informante acudió, además del relato, a otros medios, como estrategia contra el olvido, tales como fotos, postales, agendas; que tuvieron como función servir de apoyos exteriores para la evocación laboriosa, considerando a esta última como recuerdo secundario, como rememoración:
la propia rememoración podrá ser retenida según el modo de lo recién rememorado, representado, re-producido. Es a esta modalidad del recuerdo secundario a la que pueden aplicarse las distinciones propuestas entre evocación espontánea y evocación laboriosa… (Ricoeur, 2003: 56).
La familia materna
En los abuelos maternos existe una situación similar en cuanto a la propensión a la migración. Son argentinos con ascendencia italiana y aún cuando para LB está más clara la historia en cuanto a los antecedentes de los abuelos paternos, desde la línea materna aparece la dimensión afectiva, en especial de la abuela, como un aspecto relevante. Advertimos que económicamente no tenían la misma situación que los paternos, el abuelo Luis era policía y LB recuerda además, que “se robó a la abuela”. La abuela Natalina Fava es rememorada con frases como: “Recuerdo cuando iba a su casa en la calle principal del pueblo y me llevaba a comprar dulce de leche campero”. “Conservo recuerdos imborrables”; “Me cargaba a cococho”3

Cuadro 3. La abuela Natalina. Fuente: archivo de LB.
Cuando muere la abuela Natalina, se genera una fisura grande en la familia, no sólo en la nuclear. Ella lo refiere como “un desconsuelo familiar”. Mi informante ya se había ido a estudiar Filosofía a la Ciudad de Rosario en el año de 1959, sin embargo, a la muerte de Natalina, que significó ese quiebre importante, la familia nuclear se reúne de nuevo y se traslada a la Ciudad de Córdoba.

Genograma abuelos maternos
Cuadro 4. Fuente: elaboración propia a partir de los datos de mi informante.
Este matrimonio tiene cuatro hijos, el primero Enrique Luis que se fue al ejército, en tanto que la segunda: Irma Argentina, fue la madre de mi informante, quien antes de su matrimonio se dedicó a trabajar como ayudante de sastre, posteriormente esta actividad la desarrolló en la vida familiar. Aparece de igual forma la presencia del tercer tío: Luis Enrique, talabartero y “Carlos” a quien remarco, ya que lo identifica como su “segundo Edipo”. Y lo recuerda como “el alegre Carlos” trabajó de joven en la farmacia en Corral de Bustos y en ese lugar se dedicó también a la gestión social: tales como organizar grupos de teatro, de poesía. Otro elemento importante, es el recuerdo de su biblioteca. Acompañó a los padres de LB y a ella, a todos los lugares en donde estuvieron viviendo en la Argentina. Se constituyó así la familia nuclear ampliada con “el alegre Carlos”. Fue una figura relevante e influyó en su posterior definición profesional, toda vez que considera que su padre era muy buen proveedor, en tanto que la riqueza afectiva proviene de su madre: “yo era el sol de mi mamá”, como del “alegre Carlos”, de igual forma, de él hereda el interés por lo literario y cultural. Vemos así que se destaca otra impronta interesante en el proceso de transmisión familiar, toda vez que en la decisión de LB por continuar con estudios profesionales y el gusto por lo literario y cultural, se encuentra la figura del tío Carlos.
Resultan interesantes estos testimonios en cuanto a la transmisión, toda vez que dicho proceso supone la puesta en marcha de un trabajo de identificación, no en el sentido de una identidad uniforme entre predecesores y descendientes, sino como discurso a ser procesado. Ahora bien, es importante tener en cuenta que dentro de éstos, existe cierta parte que se pierde, una porción de olvido que es característico de la memoria, y donde la diferencia se manifiesta. Veamos:
del mismo modo que no hay herencia sin que una parte se pierda, no hay transmisión de cultura […] que no conozca esta pérdida, esta porción de olvido que comanda la memoria, la modula, y permite que a partir de la repetición, en su misma evanescencia, la modernidad, la diferencia, pueda ser recibida (Hassoun, 1996, 141).
De igual forma, todos nos encontramos inscritos en el proceso de transmisión, suscritos en una genealogía, y como sujetos mortales, se pretende que un mínimo de continuidad quede asegurada. Somos portadores de un nombre, una historia singular, ubicada en la historia de un país, una región, una civilización, somos depositarios y transmisores, somos pasadores.
Volviendo a mi caso, podemos advertir la propensión a migrar de la familia nuclear, la que documento en el siguiente genograma:

Cuadro 5. Fuente: Elaboración propia, a partir de los datos de LB
Los padres se casan en 1938, en Wellwright, lugar del que el abuelo paterno es cofundador lo que expresa LB con gran orgullo. Es hija única del matrimonio entre José Casarini e Irma Argentina Ratto, en tanto que LB nace en 1940.
Cuadro 6. Fuente: archivos personales LB




A continuación presento los lugares donde residieron en sus repetidas migraciones internas en la Argentina, así como algunos de los recuerdos que tiene de cada uno de ellos. En Guatimozin a la edad de 8 años, rememora el comercio de sus padres: “la tienda San Juan, lugar al que todos van por sus buenos precios”. Esfera en la que ella tenía ya un espacio, se encargaba de la venta de papelería, libros y lápices. Otro recuerdo importante de Guatimozin, es que cuando llega a México se da cuenta que el nombre del lugar es de origen mexicano que en náhuatl significa Cuauhtémoc4, con ello se siente “predestinada” a llegar a este país.


Cuadro 7. Fuente: Elaboración propia a partir de los testimonios de mi informante.
Viven en Corral de Bustos una década, desde 1948 a 1958, podemos observar que es un período más prolongado de permanencia, toda vez que coincide con la primera formación académica de LB, desde la primaria hasta obtener el título de profesora de educación básica, lo que de nuevo nos remite a los procesos de transmisión familiar, entre los que destaca la prioridad para los estudios.
Por otro lado, LB recuerda este lugar por su multiculturalidad: habitaban tanto italianos, españoles, así como alemanes y participaba en las celebraciones de las naciones de origen de cada uno de estos grupos. Una figura importante en el pueblo era el ferrocarril. Las chicas iban a las 18:30 a la estación porque en el tren llegaban los comisionistas e iban a conocer la mercancía, la nueva moda, pero era también la oportunidad de tener novio –de “hacerse de un novio comisionista”-.
Al terminar su formación en la Escuela Normal, se va a la Ciudad de Rosario para ingresar a la universidad, junto con su amiga Alcira, al tiempo que destaca que son las únicas mujeres de su generación que salen del pueblo a estudiar a la Universidad. No era común que las mujeres estudiaran. Expresa la gran confianza que los padres depositaron tanto en ella como en el estudio. Por lo que la apoyan y facilitan el traslado, los padres como “el alegre Carlos”. Rememora además que en esas decisiones le “ayudó la herencia, los libros, su niñez”, lo que nos remite nuevamente a la transmisión familiar.
En este sentido, concuerdo con Hassoun (1996), en cuanto que en el proceso de transmisión todos nos encontramos inscritos en una genealogía como sujetos mortales y por ello la necesidad de que un mínimo de continuidad sea asegurada. Aún cuando la herencia se vea constantemente modificada de acuerdo a las vicisitudes de cada una de las vidas, los exilios, los deseos.
Lo que me resulta apasionante en la aventura propia de la transmisión, es precisamente que somos diferentes de quienes nos precedieron y que nuestros descendientes es probable que sigan un camino sensiblemente diferente del nuestro… Y sin embargo… es allí, en esta serie de diferencias, en donde inscribimos aquello que transmitiremos (Hassoun, 1996: 113).
Recuperando de nuevo los recuerdos, deseos y migraciones de LB, resalta que en 1958 inicia en la Ciudad de Rosario la carrera de Filosofía pero con la muerte de la abuela Natalina, se reconfigura de nuevo la familia nuclear con el tío Carlos y se trasladan a la Ciudad de Córdoba.
Córdoba representó para ella un lugar idealizado, conserva muy buenos recuerdos desde la niñez, ya que era el lugar al que iban a pasar las vacaciones. “El alegre Carlos” la acompaña en su traslado a Córdoba y los padres se quedan levantando la casa de Corral de Bustos, vendiendo tierras, comercio y demás, ya que la tradición dictaba que eran los hijos varones quienes heredaban este tipo de bienes.
En estas migraciones, podemos advertir que se inicia una relación entre el exilio y la muerte, es decir, se va de Rosario después de la muerte de la abuela Natalina y como veremos, en los siguientes exilios, permanece esa sensación de pérdida, de muerte, en cada desplazamiento que realiza. De aquí que la forma en que tramita el exilio aparece como una muerte permanente.
Su llegada en 1959 a la Ciudad de Córdoba la describe como el haber “encontrado mi Nueva York”. Es el lugar en el que inicia y concluye la carrera de Pedagogía y Psicopedagogía y donde tiene sus primeras experiencias y desarrollo profesional. Expresa su gran satisfacción: todo le produce “felicidad”: “Felicidad en Córdoba”. “Felicidad por la Pedagogía”, “por la actuación” toda vez que participó en un grupo de teatro, lo que rememora como una de sus mejores experiencias. En esta ciudad encuentra “una vida totalmente cosmopolita”, “una rica vida universitaria en la que aparecen figuras como el Ché Guevara, Castro en Cuba”. “Conviví con distintas culturas”; “me integré a toda una cultura de politización”, “se encontraban en efervescencia los movimientos obreros”.

Retomando la rememoración de LB, confirma: “En Córdoba teníamos una serie de acuerdos, compromisos y participación política”. En su caso fue representante en la Facultad de Filosofía y Humanidades del gremio universitario; por lo que tenía una responsabilidad política importante. De igual forma señala que “vivieron y convivieron momentos muy negros”. Recuerda el cierre de las universidades a raíz del Cordobazo, como el nuevo y definitivo cierre en 1975, cuando ella y una gran cantidad de profesores universitarios que tenían alguna colaboración política quedan desempleados en forma definitiva. Es aquí donde inicia el proceso de migración externa, exilio o autoexilio como ella lo nombra.


Cuadro 8. Fuente: Elaboración propia, a partir de los datos de LB

Migración política - exilio - autoexilio
Las pérdidas que en situaciones de exilio se generan en los países expulsores son evidentes: se presentan como una sangría de capital humano, toda vez que de los países exportadores se huye por razones políticas, económicas, sociales.
La Argentina vivió desde 1976 hasta 1983 bajo la dominación de una dictadura militar feroz. Uno de los significantes sobre el cual se conjuga el pánico, el horror, el terror y la fractura social es el “desaparecido”. Pero los “desaparecidos” son ante todo personas de carne, de pensamiento y de historia (Puget, 1983: 9).
De igual forma, Yankelevich señala:
Desde una perspectiva política y demográfica, la represión dictatorial constituye un fenómeno claramente diferenciado de otras experiencias emigratorias fundada en motivos de represión política o de ausencia de horizontes laborales. En este sentido, la escalada represiva durante los casi 21 meses de gobierno de María Estela Martínez (Isabel Perón), y especialmente después del golpe militar de marzo 1976, aceleró un fenómeno emigratorio que claramente aparece asociado a un escenario de persecución y crímenes de carácter político (Yankelevich, 2010: 23)
En casos como el que describo, se trata de generaciones calificadas, ya que el exilio argentino estuvo integrado por un alto porcentaje de profesionistas, intelectuales, artistas y personas con educación de nivel medio o superior, quienes abandonaron el país de origen.
Veamos cómo representa Yankelevich (2010) –especialista en el estudio de exiliados argentinos en México- el cambio de capital académico de quienes llegaron a nuestro país antes y luego del exilio:


Cuadro 9. Fuente: Yankelevich (2010, 33)
Es posible apreciar el porcentaje en el que se incrementó casi el 100% el ingreso de migrantes políticos en México durante la década de 1974-1983, en comparación con la década anterior. Si bien en la primera estaba constituida por un 27%, hacia 1974 aumenta al 40%. Esto nos explica también la posibilidad que tuvieron la gran mayoría de estos migrantes políticos por colocarse tanto en distintas universidades, instituciones de cultura, artísticas, como lo veremos a continuación.
México a raíz de la política de apertura exterior que instaló el gobierno federal, acompañada de un vínculo más cercano con universidades públicas y sus intelectuales, permite el encuentro de estas culturas: “Argen-Mex”, pero además porque los migrantes políticos se incorporaban con un capital académico y experiencia política que favorecía el clima de innovación que estaban viviendo la universidades públicas en México, lo que favoreció la concreción de distintos proyectos educativos e institucionales que se gestaban. A más de que con la apertura de nuevas universidades, se requería un mayor número de profesionistas con preparación y experiencia, para atender la creciente demanda estudiantil. Es el momento en el que además, recordando a Landesmann y García Salord (1996), surge un nuevo profesional en México: el académico universitario, quien a diferencia de los catedráticos, vive de la academia y se caracteriza por la pertenencia institucional: El punto en común es su pertenencia a las instituciones educativas y su inscripción en las funciones de producción y transmisión del conocimiento y la cultura” (Landesmann, et al 1996: 158).




Cuadro 10. Fuente: Yankelevich (2010, 37)

En esta gráfica es posible apreciar la ubicación de los argentinos en México por institución en educación superior: Tenemos así que en la Universidad Nacional Autónoma de México, se concentra el 33%; en la Universidad Autónoma Metropolitana el 11%; en tanto que en la Universidad Autónoma de Puebla y el Instituto Politécnico Nacional, se centraliza un 6%. En el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Universidad Pedagógica Nacional y el Colegio de México se ubica un 3%. Y en “otras” instituciones de educación superior se agrupa el 35%.
Población argentina en México, 1960-1990
Año Argentinos Crecimiento (%)
1960 2456 -
1970 1585 -35
1980 5503 347
1990 4635 -16
Cuadro 11. Fuente: Censos generales de población, en Yankelevich (2010, 27)

En este cuadro podemos apreciar que si bien durante la década de 1960 a 1970, se da un decrecimiento de argentinos en nuestro país que alcanza el 35%, para 1980 aumenta al 347%. Para luego retroceder en 1990, una vez que se ha reinstaurado la democracia en la Argentina. Yankelevich (2010: 26), nos lo señala, agregando datos interesantes:
México fue uno de los principales lugares de residencia del exilio argentino en América Latina. Con anterioridad al golpe de Estado, la comunidad argentina era muy pequeña, tanto si se la compara con los volúmenes totales de residentes extranjeros en México. Sin embargo, las cifras que arrojan los censos muestran un incremento significativo en la década de los setenta. Entre 1970 y 1980 la cantidad de argentinos creció en casi 350%, en un país donde, además, la participación de extranjeros en el total de la población es muy reducida.
Estos datos me remiten de nuevo a la dimensión subjetiva, ya que si bien, el capital cultural, académico y político con el que llegan estos intelectuales y académicos les permite ubicarse y consolidar espacios en muchos casos de liderazgo político y académico, como el que estudio, entonces la pregunta que subyace tiene que ver con la forma en que se tramita el exilio.

Si bien es considerado por los especialistas como un pasaje que preludia el regreso, de igual forma representa una experiencia definitiva, en la que no existe posibilidad de retorno, por lo que se conforma un proceso que representa “el no estar en ninguna parte”, “no ser de ninguna parte”. Esto resulta muy claro en mi informante, a través de expresiones como: “No me he hecho mexicana… Quizá aquí tengo mejores amigos que los que pude tener allá, y pienso: ¿y qué tal si me voy?” [Dudando en que si habrá alguien que la reciba]. Cuenta ahora con 75 años y reconoce que ya ha habido un corte con su lugar de origen, afirma tener la certeza de que si regresa no será el mismo lugar del que salió. Duda incluso, de que alguien la pueda recibir. Se encuentra en forma permanente en un lugar de duda, con expresiones tales como: “No me he hecho mexicana pero si me voy allá, quizá tampoco me reciba nadie”.

Al respecto, resultan apropiadas las reflexiones que entre otros investigadores, Guinsberg (2005); Nancy (2001), han señalado: “el exilio representa estar fuera de”; “haber salido de”; “ser arrancado”. En tanto que LB expresa: “Aunque yo sé que Argentina no me esperaría con los brazos abiertos, a lo mejor no, pero yo me arranqué de allá…” Aquí volvemos a advertir el sentimiento de no ser, no estar, no pertenecer a ningún sitio.
“…se vive una sensación de fragilidad, de ruptura” tratándose de una situación extrema, de la cual es imposible escapar, teñida de una gran angustia sobre la cual no se tiene ningún control; es probablemente una experiencia que marca, quizás definitivamente a quienes la han vivido (Guinsberg, 2005: 167).
En tanto que Nancy (2001: 23), opina que estos procesos significan “no es estar al interior de uno mismo, sino es ser en sí mismo un exilio”. Al respecto LB señala: “Bueno, yo estoy bien aquí, aunque yo no me hice mexicana… Estoy aquí, pero no estoy descolocada…”. Se coloca de nuevo en la duda, la nostalgia por aquello que ha perdido, que sabe que no se va a recuperar, veamos:
LB: Pero salgo (de mi país) porque teníamos miedo… Tengo en Argentina una amiga… pero nada más…!!! [Indicando la imposibilidad del retorno].

Mi informante se reconoce atrapada en esta disyuntiva, viviendo además otra pérdida, una muerte simbólica más: la profesional, a raíz de su jubilación definitiva de la Facultad. Veamos:
LB: El hecho de ya no estar en la universidad, ahora que se terminó, mi expectativa es mi casa… entonces vuelve… [la nostalgia por su país]. No estoy alejada de la Pedagogía, pero no estoy tan metida… [Lo evoca como otra pérdida].

Formalmente se había separado de la Facultad en el 2012 pero por acuerdos con la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), seguía trabajando como asesora en formación de maestros e incluso daba alguna clase. En este momento se ha retirado totalmente.
De nuevo, podemos constatar, como lo hace Rosales que:
La emigración provoca un desarraigo que sólo compensa la esperanza de nuevas oportunidades. Y lo hace, sin embargo, a largo plazo y raramente sobre quienes llevan el peso de esa búsqueda inicial. Las primeras generaciones viven escindidas entre el mundo que tienen que dejar y el que empiezan a construir. Más que tener en un sentido consolidado, sobrellevan una doble identidad, la que mantienen como reafirmación del pasado, como seguridad frente a lo desconocido, y la que todavía sólo imaginan como promesa (Rosales, 2007: 6).

Transmisión familiar y existencia exiliada
Con el fin de ir cerrando el trabajo, me centraré en estos dos ejes, toda vez que –aunados al trabajo biográfico- han sido el hilo conductor de mi análisis. Mi interés se centró en explorar los mecanismos de transmisión familiar y herencia, que predisponen el proceso de migración tanto nacional como internacional, con el objeto de lograr una mejor condición de vida y en situaciones más críticas, como lo es el exilio, lo que nos anticipa los procesos de desgarro, de tensión, entre la transmisión y el deseo del sujeto por situar el espacio de su verdad en la vida y la existencia, ya que de acuerdo con Hassoun:
transmitir equivaldría tal vez a tener en cuenta que jamás evitaremos a nuestros descendientes el hecho de que su camino esté sembrado de obstáculos cuando intenten conciliar la historia pasada con lo actual de su deseo subjetivo (Hassoun, 1996, 113).
De igual forma, hemos constatado que la migración interna y la internacional no son interdependientes una de la otra, sino que conservan una influencia recíproca muy fuerte: “Efectivamente, en el análisis de las motivaciones, los hallazgos parecen poderse aplicar por igual tanto en el plano regional como intrarregional, nacional o internacional” (Herrera, 59).
Las causas psicosociales que las migraciones y exilios producen, requieren ser revisadas desde una perspectiva transdisciplinar (Guinsberg, 2005), como una síntesis de múltiples determinaciones, tales como la complejidad en las transmisiones generacionales; los factores estructurales que originan desplazamientos a raíz de la violencia de Estado, sin olvidar la dimensión subjetiva, aquella que nos permite conocer la forma en que cada sujeto tramita estos procesos.
Esta última nos ha permitido advertir que la figura del exiliado, representa una categoría moldeada por la subjetividad, la ambigüedad, la contradicción, por lo que resulta importante tomar en cuenta tanto las dimensiones psicosociales como las sociológicas.

Se trata de llegar al corazón de las experiencias y las vivencias únicas e irrepetibles, de recuperar los sentimientos, las esperanzas, las desilusiones, los alientos y las formas diversas de reconstrucción de las vidas […] Aspectos síquicos y culturales son inseparables, tanto en perspectivas sociales y antropológicas como en el marco teórico sicoanalítico (Guinsberg, 2005: 162 - 166).

En el caso trabajado, aparece tanto el deseo de vivir el exilio como pasaje que preludia y prepara el regreso, en contraste con la realidad, en la que la experiencia del exilio ha sido definitiva y sin retorno.

En cuanto a la transmisión, hemos advertido que no es posible considerarla como lineal o mecánica, lejos de ello, “abordar la transmisión implica imaginar un particular rompecabezas” (Frigerio, 2004: 11), lo que significa admitir que existe aquello que no se transmite, o bien, aquello que se transforma en la transmisión, aquello que en la transmisión pasa y queda intacto, como a la vez lo que se pierde. Esta figura del rompecabezas representaría la fragmentación característica de la transmisión, tanto en lo que se transmite, como en la forma en que el otro lo resignifica y por lo tanto le permite hacerlo propio. Adquiere así la forma de un registro simbólico en el que el imaginario está presente, es por ello que no es posible considerar la transmisión como mera transfusión, recordando a Candau (2008).

En los procesos de transferencia, lo que se deposita en el otro o en la relación con el otro, tanto en términos de representaciones como de afectos, se vuelven algo fundante de lo humano (Frigerio, 2004: 16). Resulta interesante la recuperación de la novela familiar y la forma en que la resignifica LB, toda vez que en ese mundo interno que relata, los antepasados están presentes: dialogan, discuten, disputan o bien, ella se identifica con los referentes y lugares que tuvieron a su cargo. Aparecen así con distintos significantes las figuras de los abuelos paternos, maternos, los padres, “el alegre Carlos”, el lugar en que coloca a cada uno de ellos y a la vez dónde se coloca ella con respecto a aquellos. Se agregan a la conversación algunas otras figuras, movimientos, grupos, experiencias políticas contemporáneos a mi informante, como todos esos otros a través de los cuales se ha constituido como persona.


Referencias

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1 Profesora investigadora de la Universidad de Guadalajara (UdG). Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Profesora de tiempo completo en Doctorado en Educación y Maestría en Investigación Educativa (UdG). rosmar90@gmail.com, rosam@cencar.udg.mx.

2 Como lo he señalado en un trabajo previo (2015ª), El Modelo Académico Alternativo fue un proyecto institucional, producto de un esfuerzo grupal, en cuyo diseño participaron profesores de las seis carreras que funcionaban en la FFyL: las licenciaturas en Filosofía, en Historia, en Letras Españolas, Lingüística Aplicada; Pedagogía y Sociología. Incluía un “Área Básica Común” como espacio de formación general para todos los estudiantes de la Factultad. En la impartición de cursos de esta área colaboraban profesores de todas las carreras, lo que originó un proceso de formación de grupos interdisciplinares. Cada licenciatura estructuró a la vez su “Área Teórico Instrumental”, en la que se incluían cursos, seminarios y talleres de formación profesional, así como un “Área de Especialización” para cada carrera. Cfr. Modelo Académico Alternativo (1984), Monterrey, Facultad de Filosofía y Letras-UANL.
3 Expresión argentina utilizada que alude a llevar a los niños en los hombros.
4 Guatimozín deriva del último y undécimo emperador azteca Cuauhtémoc, cuyo nombre significa en lengua originaria “águila caída”. El nombre completo del emperador era Quathemoctzin Tlacatecuhtli-Xocoyot, que los realistas llamaron Guatimozín. Cuando se construye en Argentina la estación de ferrocarril en esta localidad, se designa al jefe de ésta. Según versiones, este señor gustaba leer textos referidos a las civilizaciones pre-hispánicas, por ello el jefe de la estación propone que se la llame “Estación Guatimozín”, en honor al valeroso y último emperador azteca. (Cfr. Romo, 2015ª).